Aquí no somos racistas. Aquí todos tenemos muchos amigos negros. Y eso que se oye muchas cosas, que hay cada vez más delincuencia y que dicen que esa gente nos acabará quitando el trabajo.
Es tarde. Ni un alma por la calle. Es un bar cualquiera a punto de cerrar. Dentro, el dueño y su mejor amigo se toman la última. Parecen muy amigos pero los dos se esconden secretos y traiciones. De pronto, un migrante que está perdido llama a la puerta y pide que le dejen cargar el móvil para llamar a su hija, en Londres. Sin su móvil no puede comunicarse con ella ni proseguir su viaje.
Es el principio de una larga noche en la que los de "aquí" sólo quieren ayudar a esa persona que viene de tan lejos y apenas puede hacerse entender ni entenderlos. Esta es también la historia de una persona extranjera que entra en un bar y ya no vuelve a salir con vida, tras haber removido involuntariamente los secretos que escondían sus dos anfitriones.
Al final de la noche, un cuerpo inerte en el suelo del bar. La versión que contarán a la policía es un clásico: el migrante no tenía papeles, entró avasallando, les atacó, quería robarles. Aquí están estas marcas de golpes que lo demuestran. Ellos sólo querían hacerle un favor, porque un favor se le hace a cualquiera. Quizá el problema es que no se le entendía nada de nada. Si no, allí no pasa nada.