Es una coreografía flamenca que toma como savia propia la tensión entre los principios de libertad y autoridad que atraviesan a Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, la esencia de los opuestos que destila la obra homónima de Carl Van Vechten, la filosofía telúrica de la negritud de Leopold Sedar Senghor y la reivindicación del deseo negro de Nina Simone. La negritud es aquí un eco semánticamente cómplice en donde retumban los mismos y eternos conflictos que tienen a la Humanidad secuestrada por su propia naturaleza asimétrica.
Paraíso de los negros es una obra sobre la perpetua búsqueda de felicidad. Explora los límites y las limitaciones humanas que, tomando la apariencia de distintos rostros, embarran y contaminan el camino del derecho al deseo; ausculta las figuras y las apariencias, siempre líquidas e inasibles, que embargan el aliento del libre albedrío y dialoga con las barreras que se imponen como una guillotina sobre el cuello de las utopías o como imágenes, pensamientos y sentimientos que se levantan como murallas incontenibles para invisibilizar al Otro. El Otro como extensión del deseo y no como enemigo. Aquí, el principio lorquiano de libertad es un pájaro atrapado en una ramita untada de cola.
Programa:
Bailadora: María Pagés. Cante: Ana Ramón, Cristina Pedrosa. Guitarra: Rubén Levaniegos. Chelo: Sergio Menem. Violín: David Moñiz. Percusión: Txema Uriarte.