En el caserío Garizmendi aparecen huesos humanos y los caseros, Fermín y Karmen, llaman a su hijo Néstor, quien decide avisar a la Ertzaintza. Pero, cuando llegan los agentes, los huesos han desaparecido. Acto seguido, suenan las campanas de la ermita cercana y allí encuentran a Fermín muerto junto a su escopeta. Este hecho terrible reabre viejas heridas en la familia y personas cercanas. Hace años también Aitor, hermano gemelo de Néstor, murió trágicamente y, ahora como entonces, Karmen culpa a su cuñado Estanis y trata de convencer a Néstor de que ellos serán los próximos y deben hacer algo.