El miércoles 30 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Traducción. En Euskal Herria, los traductores, correctores e intérpretes están reunidos en EIZIE. Esta asociación, que cuenta con más de tres décadas de historia, no solo ha sido testigo directo de la evolución del sector, sino que también ha sido agente activo en numerosas ocasiones. De la mano de Itziar Díez de Ultzurrun, presidenta de la asociación, hemos conocido el trabajo de estos profesionales y sus reflexiones ante los nuevos retos del sector.
La Asociación de Traductores, Correctores e Intérpretes en Lengua Vasca se creó en 1987. ¿En qué situación se encontraba el sector en aquella época?
En aquellos tiempos, los traductores trabajaban en la producción de libros, en educación, en medios de comunicación y en la administración. Traducían al euskera todo tipo de textos, escritos en castellano y en francés así como en otras lenguas foráneas, y disponían de muchos menos recursos (lingüísticos, teóricos, tecnológicos) que ahora.
En 1976 se organizaron los primeros Cursos de Formación de Traductores, y en 1980 surgió la Escuela de Traductores de San Sebastián. Algunos traductores se convirtieron en profesores de aquella escuela. Muchos asistieron a esos cursos y esa escuela, y otros muchos se formaron por su cuenta. En 1984, un grupo de traductores decidió crear la revista SENEZ . En aquel primer número de la revista escribieron: En Euskal Herria hay un grupo de personas, mucho más numeroso de lo que podría parecer a primera vista, que dedicándonos a la traducción y la terminología o necesitando recurrir a ambas nos topamos con muchos problemas. Sin embargo, nos sabemos nada las unas de las otras. Nos falta un medio para pensar juntos sobre nuestro trabajo, y para poder profundizar en los criterios. El primer objetivo de esta revista es, por tanto, servir de punto de encuentro a todos los interesados en la materia que nos ocupa.
El texto evidencia que aquellos traductores tenían ganas de trabajar juntos; que necesitaban abordar conjuntamente los problemas que les surgían en el trabajo y las carencias detectadas. Más tarde, la propia revista SENEZ reivindicó la creación de una asociación para conseguir estos objetivos: obtener apoyo jurídico para los traductores en lengua vasca, mejorar sus condiciones laborales, velar por la calidad de las traducciones al euskera o del euskera, fomentar la traducción al euskera de todo tipo de obras, ayudar a formar traductores en lengua vasca...
En aquella época, nuestra herramienta de trabajo, el euskera, seguía sin utilizarse en determinados ámbitos formales, y en otros se utilizaba muy poco. Los traductores de entonces (junto a escritores, terminólogos, periodistas y lingüistas, por supuesto) hicieron un enorme esfuerzo para adaptar, afinar, difundir y flexibilizar la lengua. A medida que el euskera y la traducción llegaban a nuevos ámbitos, las necesidades terminológicas se hicieron cada vez mayores, y en aquellos años se hizo un gran labor; se sentaron las bases de los múltiples avances que han venido después.
Tres décadas después, ¿en qué aspectos dirías que ha cambiado el panorama?
La situación ha cambiado en muchos ámbitos, y podemos decir que ha mejorado notablemente.
Por un lado, ahora hay mucha más gente que se dedica a la traducción, la interpretación y la corrección, y en muchos más campos. En cuanto a la formación, tenemos el grado de traducción en la Universidad del País Vasco, y los profesionales están cada vez mejor preparados. Gracias a la asociación, entre otras cosas, nos conocemos, y gracias a la relación entre traductores de toda edad y experiencia, hemos sabido hacer pasar de mano en mano la sabiduría y la experiencia. Eso se puede apreciar, por ejemplo, en el nivel de las traducciones actuales. De hecho, la calidad de las traducciones no ha parado de aumentar en los últimos años. Esto se ve claramente en textos de todo tipo, y destaca especialmente en las traducciones literarias: cada año se publican traducciones excelentes. Esta buena calidad de las traducciones, por otra parte, está recibiendo ahora el reconocimiento más amplio de la historia. Por supuesto, esto ha sido posible porque nuestra propia herramienta de trabajo, el euskera, ha evolucionado enormemente. Hoy día es una lengua tremendamente versátil, que hemos cultivado y afinado entre todos los creadores de textos, sean escritores o traductores.
Por otro lado, también nos hemos beneficiado de los avances conseguidos en el ámbito de la terminología y la lexicografía (además, los tenemos en Internet). Asimismo, debemos resaltar el enorme desarrollo de las nuevas tecnologías: ahora contamos con herramientas de traducción de gran ayuda, y con traductores neuronales de calidad, algo impensable hasta hace poco.
Por último, EIZIE también se ha ido consolidando y es hoy un medio fundamental para aunar fuerzas y canalizar diversos proyectos e iniciativas. La asociación se fundó con unos 25 socios y ahora somos más de 350.
Una de las principales funciones de la asociación es apoyar a los socios. ¿En qué ámbitos necesitan más ayuda?
Nos trasladan preocupaciones de todo tipo: sobre condiciones laborales, ofertas de trabajo inadecuadas... Nuestra asociación es también un punto de intercambio de información y de contacto, y estamos abiertos a cualquier consulta relacionada con el trabajo por parte de los socios.
También recibimos solicitudes de formación: ofrecemos cursos orientados de lleno a traductores, correctores e intérpretes, y en general tienen muy buena acogida.
Por otra parte, tenemos la lista de correo ItzuL, un foro electrónico sobre traducción en euskera que cualquier persona puede utilizar si tiene dudas de traducción o preguntas relacionadas con el idioma.
Como decía, EIZIE es un agente muy activo,y organiza, entre otras cosas, programas dirigidos a profesionales. ¿Con qué objetivos se diseñan esas actividades?
La finalidad de nuestras actividades es promover de una manera u otra la traducción en euskera; es decir, fomentar el trabajo de traducción, interpretación y corrección de textos al euskera o del euskera. Por tanto, los programas siempre persiguen garantizar a los traductores, correctores e intérpretes en euskera una formación que les ayude a mejorar su desempeño profesional. Una de las metas de nuestra asociación es asegurar la calidad de las traducciones al euskera o del euskera. Para hacer bien nuestro trabajo, los traductores necesitamos una amplia formación, y esas necesidades formativas no solo están ligadas a la lengua; dependiendo del ámbito de que se trate, también necesitaremos conocimientos sobre ese área o sector concreto. A eso hay que añadirle la necesidad de aprender a utilizar las herramientas y recursos tecnológicos y de otro tipo que existen para traducir.
Por consiguiente, organizamos programas específicos para responder a las necesidades que detectamos en nuestro ámbito y a las inquietudes y deseos que nos transmiten los socios. Ahora, por ejemplo, hay mucha preocupación y curiosidad en torno a los traductores automáticos. Muchos traductores quieren sacar el máximo partido a esas herramientas basadas en la inteligencia artificial y las redes neuronales. Por ese motivo, hemos organizado un curso on line sobre postedición, y se ha inscrito tanta gente que hemos tenido que formar tres grupos.
Esas actividades sirven también para conocernos mejor y fortalecer nuestras relaciones.
En la asociación, además, ofrecéis a los lectores vascos la posibilidad de adquirir en euskera obras importantes de la literatura universal. ¿Cómo desarrolláis esa línea de trabajo?
La colección Literatura Unibertsala fue creada en 1989 y se gestiona a través de un convenio de colaboración entre EIZIE y el Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco. Hasta la fecha se han traducido al euskera 177 libros, y además se ha publicado la colección Urrezko Biblioteka (reedición de los 100 primeros títulos de la colección Literatura Unibertsala, que se habían agotado).
En el periodo inicial, las traducciones fueron publicadas por la editorial Ibaizabal; en el segundo periodo se encargaron de ello Elkar y Alberdania, y ahora lo hacen Erein e Igela. Para nosotros, esos libros cumplen un papel muy importante en la consolidación del corpus de la literatura universal en euskera; es decir, las obras publicadas en la colección marcan un cierto canon, y por eso queremos ofrecer una muestra lo más amplia y variada posible de la literatura de todo el mundo.
Así, cada año seleccionamos algunos libros y organizamos un concurso para decidir quién los traducirá. Quines estén interesados deben traducir una muestra y presentarla. A continuación, un jurado se encarga de seleccionar las mejores traducciones.
Próximamente se publicarán los siguientes títulos: Erle langileen amodioak de Aleksandra Kollontai (traducido por Aroa Uharte Zubillaga) y Eguzkia jaikitzen da de Ernest Hemingway (traducido por Koro Navarro Etxeberria).
Has mencionado que, gracias a los avances tecnológicos, las herramientas dotadas de inteligencia artificial están transformando el panorama de la traducción. ¿Cómo vive EIZIE esta situación?
Con alegría, prudencia, cierta preocupación y curiosidad.
Con alegría, porque sabemos que a estos nuevos traductores automáticos se les puede sacar un gran provecho. Nos pueden ayudar a hacer más rápido nuestro trabajo. De todos modos, tenemos claro que estas herramientas son meros recursos, y que siempre será necesaria la mano del traductor profesional; siempre habrá que revisar el "borrador" propuesto por el "dispositivo". Por tanto, debemos ser muy prudentes para que no se generalice un uso inadecuado de estos dispositivos.
También nos preocupa que esas herramientas mermen y entorpezcan al euskera; que nos vuelvan más conformistas, o que se utilicen como excusa para no contratar traductores profesionales o para querer pagarles menos.
Y, por último, está claro que tenemos curiosidad: organizamos una sesión sobre el tema en invierno y la sala se llenó hasta los topes. Además, como he dicho antes, el curso organizado en torno a este tema ha tenido tan buena acogida que hemos tenido que formar tres grupos.
Un año después de que asumieras el cargo de presidenta de la asociación, llegó el confinamiento por el COVID-19. ¿Cómo ha afectado al sector esta crisis?
La situación fue muy variable al principio, pero hemos ha visto claramente que hay un efecto dominó.
Muchos traductores y correctores autónomos han estado terminando los encargos que ya tenían, pero luego la demanda ha bajado. Muchos traductores de empresas han estado teletrabajando, y algunos siguen haciéndolo. En las empresas en las que ha bajado la demanda, la red de traductores externos —formada sobre todo por autónomos— ha empezado a notar un descenso del volumen de trabajo. También se han puesto en marcha ERTEs en algunas empresas de traducción que trabajan para la administración. Las publicaciones también han sufrido el efecto dominó, y creemos que la situación irá a peor en el futuro: los libros de texto, la literatura... Las editoriales se muestran, lógicamente, más reacias a traducir libros.
La pandemia no solo afecta a la creación de textos, sino también a la interpretación, ya que todas las sesiones presenciales quedaron suspendidas. Algunas organizaciones han comenzado a utilizar la interpretación remota en sus reuniones virtuales (de hecho, la asociación estaba estudiando esa modalidad cuando llegó el COVID-19).
En cuanto a la formación, hemos suspendido todos los cursos y seminarios presenciales y, de momento, nuestra intención es priorizar los cursos y sesiones on line.
Por otro lado, se han retrasado o suspendido las iniciativas para fomentar las traducciones literarias.
De todos modos, creemos que el impacto real se percibirá más adelante.
¿Cuáles son los retos del futuro en materia de traducción?
Destacaría los siguientes retos:
Por un lado, como sucede en otras muchas áreas de trabajo, tenemos miedo a las consecuencias del COVID-19. Así pues, uno de nuestros retos será defender las condiciones laborales de los traductores e intérpretes y no permitir que se deterioren. Debemos estar alerta en ese ámbito.
Por otro lado, también es un gran reto saber utilizar correctamente los avances tecnológicos. En nuestra situación diglósica —seguramente en cualquier situación, pero más aún en la producción de textos en euskera, donde las consecuencias serían más graves—, puede resultar muy peligroso empezar a "producir" textos en euskera a través de herramientas puramente automáticas. Eso podría echar por tierra lo que se ha conseguido tras décadas de esfuerzo; podría comprometer la calidad conseguida gracias al excelente trabajo de muchos traductores.
Por último, tenemos un reto ya viejo pero no menos importante: que se reconozca nuestro trabajo y aumente nuestra visibilidad. La traducción ha sido imprescindible en las relaciones entre gentes y sociedades de diferentes lenguas y, ahora, en este mundo globalizado, es más necesaria que nunca. Necesitamos traducciones para conocer el mundo, para disfrutar del mundo, para traer lo de fuera, y para que los demás conozcan lo creado en nuestra lengua.
Además, la traducción e interpretación en euskera son fundamentales para garantizar los derechos lingüísticos de los vascoparlantes, y para que quienes quieran vivir en euskera puedan utilizar esa lengua lo máximo posible. Fundamentales son, también, para poder disfrutar en nuestra propia lengua de la literatura, la ficción, los ensayos, la poesía y los audiovisuales creados en otras lenguas del mundo.
Somos parte importante de la actividad cultural de Euskal Herria, y trabajamos en un ámbito esencial para la normalización lingüística. Queremos que se vea y se reconozca esa realidad.
(Especial publicado el 21 de septiembre de 2020).