La figurinista Nerea Torrijos (Bilbao, 1985) ha participado en algunas de las películas vascas más aplaudidas de los últimos años. Tras recibir en 2021 el Goya al mejor diseño de vestuario por su labor en Akelarre, de Pablo Agüero, ha vuelto a estar nominada en la misma categoría por Irati, de Paul Urkijo, y más recientemente ha trabajado en 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola. También ha dirigido un cortometraje, Influencer, e imparte cursos de formación. Hemos hablado con ella para conocer los entresijos de su profesión.
Tenemos entendido que siendo muy joven sufriste un accidente que condicionó tu infancia y que, en aquellos momentos tan difíciles, varios regalos de tu abuelo resultaron ser muy importantes, tanto que marcaron, de alguna manera, tu posterior devenir artístico. ¿Cómo recuerdas todo aquello?
Lo recuerdo con una mezcla de sensaciones un poco tristes y aburridas, la verdad, porque no fue una época fácil; no os voy a mentir. Fueron muchos años tratando de amoldarme a una situación que no era la normal para una niña de 8/10/12 años. Fue un proceso muy largo, porque duró prácticamente toda mi infancia, de los 4 a los 17.
Pero también lo recuerdo con amor, y me hace gracia pensar en mi aitite; tenía un carácter muy duro, pero era un moderno. Me resulta increíble echar la vista atrás y pensar en un hombre que ya en entonces, a finales de los 90, y con 60 y tantos años, era un visionario: que si cámaras de vídeo, que si ordenadores... Él quería que yo, aunque no fuera a clase o no pudiese hacer ciertas cosas, no me quedara atrás y, sobre todo, que no me aburriese, y me daba herramientas para ello. Era un echado para adelante. Así que no puedo definir aquello con un único sentimiento. En realidad es un poco como una batidora donde mezclas muchos ingredientes.
(Fotograma de Akelarre)
¿Cómo surgió la oportunidad de aunar cine y moda? Cómo fueron los primeros años en la profesión?
Los primeros años fueron muy raros. Cuando empiezas en un trabajo como este (yo empecé en el mundo de la moda), te sientes, como me sentía yo, muy perdida; cuesta mucho lograr que te conozcan. Pero un buen día, una compañera que se dedicaba a lo mismo que yo me propuso rodar un spot. Surgió de manera natural. Ella creía que yo sería buena para ese trabajo. Sin embargo, los primeros años fueron complicados; lo di todo, como cualquier persona joven que quiere trabajar en lo que le gusta.
(Rodaje de Irati. Autor de la foto: David Herranz)
¿En qué consiste exactamente la labor de figurinista? ¿El vestuario debe completar la narración o debe ir más allá?
La labor de figurinista es amplia: crear el personaje junto con el director o la directora, llevar a cabo lo que tiene en su cabeza, proponerle ideas, gestionar un equipo, gestionar un presupuesto... pero, por supuesto, apoyar la narración.
Yo siempre digo lo mismo: mi trabajo no es poner guapo o guapa a un actor o a una actriz, es hablar de un personaje interpretado por dicho actor o dicha actriz y eso, a veces, requiere de otras cosas. En ocasiones es estar guapo o guapa, en otras es estar feo o fea, a veces es no reconocer a ese actor o esa actriz... No obstante, la labor fundamental es apoyar la narración, como la de todos los departamentos que se juntan para llevar a cabo una película. Y si puedes traspasar eso, crear iconos, darle a tu director o directora lo que quiere e incluso mejorarlo... eso es ir más allá. Pero lo primordial es hablar de un personaje a través de sus ropas, ir descubriéndole y que eso tenga un sentido narrativo.
Nos gustaría conocer más en profundidad tu manera de trabajar. ¿Cuáles son las fases del proceso a las que te enfrentas hasta llegar al resultado que vemos en pantalla? ¿Qué peso tiene en todo ello la documentación?
La documentación es algo importantísimo para cualquier película o serie, ya sea de época o actual. Siempre estamos tratando temas diferentes, y creo que para darle un sentido a los personajes que vas a vestir necesitas entender el contexto en el que se desarrolla, así que para mí es primordial. Los procesos son similares pero muy distintos en cada película: van desde documentarse hasta ambientar las ropas, y eso dependerá de la necesidad de cada proyecto.
(Rodaje de Irati. Autor de la foto: David Herranz)
En 2021 fuiste galardonada con el Goya al mejor diseño de vestuario por tu labor en Akelarre, de Pablo Agüero. Y dos años después, has vuelto a estar nominada en la misma categoría por Irati, de Paul Urkijo. ¿Cómo llevas los reconocimientos?
Los llevo bien y, sobre todo, los agradezco. Agradezco que se valore mi trabajo y el de mis equipos. Es algo que me pone contenta, y también a ellas; que reconozcan tu trabajo es siempre algo bonito, y te motiva a seguir mejorando. Pero también creo que son momentos puntuales, que una carrera hay que continuarla y ser cada vez mejor.
Recientemente has trabajado en 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola, que está teniendo una muy buena acogida de crítica y público. Akelarre, Irati y 20.000 especies de abejas son tres películas muy diferentes entre sí. ¿Cómo fue tu trabajo en cada uno de esos proyectos? ¿Qué exigía cada uno?
Pues, la verdad, es lo que me gusta de mi trabajo, lo diferentes que son los proyectos entre sí. Cuando ruedas una película como Irati o Akelarre, el desgaste físico y mental es muy muy grande, porque son de época, con mucha figuración, y requieren de mucho más esfuerzo, por diferentes motivos. Así que recibir perlas como 20.000 especies de abejas son bocanadas de aire, porque, aunque tu exigencia es la misma, son proyectos más accesibles o cómodos de realizar. Y eso es otro disfrute, supone saborear más en el proceso, y no solo el resultado final. Cuando acabas un proyecto como 20.000 especies de abejas, y lo acabas feliz, tienes energías renovadas para afrontar otro Irati... No sé si me explico. [Risas]. Soy muy afortunada de poder hacer películas tan bonitas, la verdad.
(Bocetos para 20.000 especies de abejas)
Entre medias has tenido tiempo de ponerte detrás de la cámara para dirigir Influencer, tu primer cortometraje. ¿Qué te llevó a ello? ¿Qué es lo que cuenta?
Lo que cuenta Influencer es, básicamente, mi visión sobre cierto tipo de influencers. Cómo influyen las redes en la gente, cómo se está deteriorando la sociedad, la forma que tiene la gente de mirar a los y las demás, de mirarse a sí misma, lo artificial... pero desde un punto de vista exagerado, como de ciencia ficción; es un poco Black Mirror. Me pareció una idea original.
(Fotograma de Influencer)
También impartes cursos de formación. En marzo, por ejemplo, ofreciste en Bilbao una clase magistral sobre el oficio de figurinista, organizada por la asociación (H)emen. ¿Significa eso que hay un creciente interés por la profesión? ¿Qué les dirías a las personas que están dando ahora sus primeros pasos en este ámbito o que todavía no se han atrevido a ello?
Yo creo que sí, que la industria está creciendo y, con ello, el interés. Le diría a esa gente que vaya con TODO, que da igual que parezca una locura, que hay que trabajar muy duro en esta profesión y que no va a ser fácil, pero que merece la pena y que, si es lo que quieren hacer, no lo duden.
(Imagen de Lucía, la joven protagonista de 20.000 especies de abejas. Autora de la foto: Laila Lluch)
¿En qué estás metida ahora? ¿A qué nuevos retos te gustaría enfrentarte en el futuro?
Ahora estoy a punto de empezar con una película americana, y tengo un par de proyectos más para fin de año.
De cara al futuro me gustaría seguir haciendo películas tan guays que lleguen a la gente, ser parte de esas películas que marcan de alguna forma y dejan huella. Y, por supuesto, hacer cada vez películas más grandes y... ¡¡llegar al infinito!!
(Especial publicado el 5 de mayo de 2023)