Maria Elorza canta a los libros y a las mujeres

  • Maria Elorza canta a los libros y a las mujeres

A los libros y a las mujeres canto es el primer largometraje de Maria Elorza tras media docena de cortometrajes, una carta de amor a la literatura que, a través de las distintas formas que tienen sus protagonistas de aproximarse a la literatura, busca reivindicar el valor de la memoria y de la cultura. Maria nos ha dado algunas las claves del documental.


Virgilio comenzaba la Eneida declarando que iba a cantar "a las armas y al hombre". Tú has decidido cantar a los libros y a las mujeres, ¿por qué? ¿Cuáles son las grandes preguntas y reivindicaciones que plantea la película?

La película se interroga sobre el papel que la literatura y la imaginación desempeñan en nuestra vida cotidiana. Parte de la casa, de las casas de las cuatro mujeres protagonistas, y de los estantes en que guardan sus libros queridos. Después se expande hacia otras regiones: las colmenas en las que las abejas acumulan la miel, las hogueras en las que han ardido los libros malditos, las ruinas de Herculano donde aún hoy pervive la Villa de los Papiros, las viejas fábricas de tabaco donde las obreras leían en voz alta, la Historia, el propio cine. Con todo ello he pretendido reivindicar la importancia de la memoria y de la cultura para ayudarnos a vivir mejor, más plenamente y más libres.


Asocias las bibliotecas con los jardines, ¿por qué? En ese sentido, ¿podríamos decir que las cuatro protagonistas principales son, en el fondo, también jardineras? Es el propio documental un jardín en sí mismo?

Sí, por supuesto. Las protagonistas son jardineras en el sentido de que cultivan su biblioteca como quien cuida de las flores: disfrutando del paisaje que componen, aspirando sus efluvios, quedándose a veces cortas con la poda, y excediéndose con el riego en otras ocasiones. El propio documental es como el herbario de una aficionada muy poco docta, poblado de nombres misteriosos, de composiciones más o menos armoniosas, y de papel amarillento.


¿Cuál es el denominador común de Tonina, Loreto, Viki y Wal? ¿Y qué ejemplifica cada una de ellas? ¿En base a qué fueron seleccionadas?

Cada una de las protagonistas tiene una forma propia de aproximarse a la literatura, pero todas ellas la abordan desde la praxis: viven a través de ella, y las lecturas que hacen tienen consecuencias concretas y materiales en su día a día. Algunas se enfrentan a la literatura desde lo lúdico, la fiesta y el disfraz; otras desde la acción política o el recogimiento más íntimo. Leer es para ellas un diálogo y un encuentro continuos con los autores.


Retratar a estas mujeres significa también indagar en la naturaleza de las imágenes que pueblan sus vidas. ¿Qué elementos se conjugan en el montaje y cómo ha sido el proceso de búsqueda de esos materiales?

Indagar en "la naturaleza de las imágenes que pueblan sus vidas" significa, en términos más generales, indagar en la propia naturaleza de las imágenes. Para ello, parto de mi experiencia personal, que está evidentemente muy filtrada por el cine. Así, los relatos de las protagonistas dan pie a secuencias de películas antiguas (algunas mudas) que me han acompañado en la infancia o en mis años de estudio. Pero no solo: en la película rescato también grabaciones de mi archivo familiar, ilustraciones de libros, imágenes publicitarias, filmaciones etnográficas, figuras y estampas populares... Ha sido una búsqueda ardua, en la que iba tejiendo la narración a modo de collage.


Se percibe en toda la película una gran complicidad con las protagonistas, especialmente con tu madre que, según has confesado en más de una ocasión, ha tenido un papel determinante en todo este proceso. ¿Cómo has conseguido esa cercanía con todas ellas? ¿Y qué crees que ha aportado al resultado final?

Todas las protagonistas son personas que conozco desde la infancia y ese es ya un buen punto de partida. Además he procurado filmar de la manera más íntima posible, sin grandes equipos, yo sola con la ayuda de mi madre. He procurado que fueran las protagonistas las que me guiaran por sus casas, sin prisa, sin forzar las cosas y sin prejuicios, respetando el tiempo que cada conversación exigía. En el resultado final se percibe una cierta imperfección técnica, pero creo que he ganado algo mucho más importante: plasmar la vida.


Tu madre cuenta que su primer contacto con la literatura fue a través de las canciones de cuna, en su Cerdeña natal. No es casualidad, por tanto, que la narración principal del documental sea en italiano. En tu caso, ¿de dónde nació tu interés por la literatura y el cine? ¿Qué significan para ti?

Nacen en casa, por supuesto, y del contacto con personas de mi círculo más cercano, como las protagonistas. También en la escuela: los profesores son otra de las figuras que pueden marcar nuestra sensibilidad de forma definitiva. En otoño tuve ocasión de presentar la película en mi antiguo instituto, el Usandizaga, y allí recordé con mucho agradecimiento las estupendas clases de literatura de los años de bachillerato.

La importancia de transmitir la literatura de manera oral y cercana y no de forma elitista recorre toda la película. ¿Era una de las ideas que querías subrayar? Por ejemplo, resulta especialmente entrañable y significativo lo que se cuenta de las cigarreras.

Por supuesto. Ya una parte de mis bisabuelos no sabía leer ni escribir. La transmisión oral ha permitido que muchos de nuestros antepasados pudieran disfrutar de la poesía y de la cultura, o tener una memoria que trascendiera lo estrictamente personal. Cuando hago cine, lo hago con la esperanza de que a alguien le pueda servir para algo: para aprender, para consolarse, para disfrutar, para reflexionar... Y espero que ese alguien pueda ser cualquiera, y no solo aquel que tiene a su disposición todas las facilidades.


Se percibe también en todo el metraje una voluntad por reencarnar y representar cosas del pasado, como cuando muestras a tu madre planchando mientras habla. ¿Qué buscabas con ello?

La lectura nos permite mirar de tú a tú a autores y personajes de otras épocas, revivirlos. En la película quería transmitir ese poder casi mágico de la literatura. Revisitar el pasado, pero con los ojos del presente, someterlo a juicio y tratar de extraer enseñanzas, es una forma de comprendernos mejor a nosotros mismos y empezar a imaginar qué tipo de mundo queremos.


A los libros y a las mujeres canto es tu primer largometraje tras media docena de cortometrajes, muchos de ellos realizados junto a Maider Fernández, bajo el nombre de Las chicas de Pasaik. ¿Cómo ha sido la experiencia?

El arranque del proyecto y la forma de filmar y de plantear el montaje han sido muy similares a los cortos. De hecho, desarrollo muchos de los temas y experimentos formales que ya había probado en proyectos anteriores. La diferencia es el grado de profundización: con el largometraje he podido sumergirme realmente en los temas que quería tratar, y me he visto obligada a afinar mucho más las metodologías de trabajo. Estructurar 70 minutos de entrevistas e imágenes tan dispares, no de forma tradicional y lineal, sino dejando la película abierta a que el espectador pudiera hacer sus propias lecturas y sacar sus conclusiones, pero tratando también de plantear hipótesis claras o posicionándome respecto a temas que consideraba importantes, ha requerido un trabajo muy profundo que se ha prolongado a lo largo de años.


El documental ha llegado a las salas de cine tras un largo y premiado recorrido por festivales. Y lo ha hecho de manera escalonada. ¿Cómo está siendo la respuesta de la gente? ¿Has tenido tiempo de pensar qué nuevos proyectos quieres emprender en el futuro?

Me gusta ver que la gente se ríe o se emociona, y que después de los créditos siguen con ganas de charlar sobre ella. También ha sido emocionante ver que en el extranjero se perciben el tono y el espíritu de la película, aunque haya elementos muy ligados a la cultura y la historia de aquí. En los siguientes proyectos me gustaría seguir trabajando en esta línea, aunque tengo ganas de probar también con la ficción.


(Especial publicado el 9 de mayo de 2023)

Euskadi, bien común