Desde sus inicios en la década de los 50 del pasado siglo, el Cineclub Fas es un espacio, en Bilbao, donde el cine se entiende no como simple entretenimiento, sino como vehículo de cultura y pensamiento, un lugar donde se confrontan ideas para el enriquecimiento personal y colectivo. Durante todos estos años ha ido consolidando relaciones con otros agentes, y hoy en día cuenta con una posición reconocida, no solo en el ámbito cultural vasco, sino también estatal. Esto es lo que nos han contado desde su junta directiva.
El Cineclub Fas inició su actividad en 1953, lo que lo convierte en uno de los más antiguos del Estado y quizá de Europa. ¿Cómo recordáis todo aquello? ¿Cómo fueron los inicios? ¿Qué tuvo que ver el Papa Pío XII en su desarrollo?
Bueno, en realidad nosotros no habíamos nacido. Para los inicios tenemos que bucear en los papeles del cineclub y contextualizar.
Sí nos gustaría puntualizar, brevemente, sobre los inicios, y mencionar que hay como dos fechas de nacimiento: la primera, la del 23 enero de 1953, que, tras unas sesiones preparatorias a finales de 1952 (proyección y coloquio), dio origen a los 'Viernes de Cine Fórum' (actividad cultural con carácter mensual); y la segunda, la del 8 de marzo de 1955, tras el registro en la Jefatura de Policía de Asociación Cine Club Fas de Bilbao (hoy cineclub, según la RAE), con 152 personas asociadas.
Al llegar a la 2ª fecha, el cineclub ya llevaba 22 sesiones, y se menciona-confunde con la encíclica de Pio XII 'Características del film ideal', discurso que dirigió a la industria cinematográfica italiana el 21 de junio de 1955 (también posterior al registro del Fas) y que se difundió por el Obispado de Bilbao. En esa época era un cine de catequesis (y vivía Franco).
¿Cuáles son los ejes principales de la labor que desempeña el Cineclub Fas en Bilbao?
El principal, y leitmotiv de un cineclub, es aprender a ver-mirar al cine no como entretenimiento, sino como vehículo de cultura y pensamiento. Analizar el lenguaje cinematográfico (fondo-forma, temática-estilo narrativo...) y confrontar las ideas de cada espectador o espectadora en el coloquio (también fundamental). El debate siempre enriquece.
En esta labor de difusión de cultura (7º arte), visitamos el cine actual (avalado por festivales, y que pasa de tapadillo por las salas) y el cine clásico, desconocido (recuperado en la actualidad). También el cine cercano, realizado en el Estado, para poder charlar con sus realizadores o realizadoras.
Normalmente, soléis invitar a cada sesión a personas vinculadas con la película o películas –porque muchas veces programáis un cortometraje y un largometraje a la vez– que se van a proyectar. ¿Cómo conseguís que personalidades tan relevantes del mundo del cine participen en vuestra programación? ¿Recordáis especialmente alguna visita que hayáis recibido en estas siete décadas?
Lo de programar corto y largo, es una especie de reivindicación: el corto es cine. Y nos permite observar las tendencias narrativas y el cine más fresco (guste o no guste, que esa es otra historia), que nos posibilita contactar con cineastas cercanos y cercanas para hablar en primera persona.
Respecto a la participación de 'personalidades relevantes', ese es un trabajo arduo: buscar hueco en sus agendas, logística y otras circunstancias es costoso (no por lo económico, que también, sino por contactar y re-contactar).
El listado de las visitas en siete décadas sería interminable. Para ello, hemos trabajado en la web la sección Invitad@s (más de 500), con la que queremos (a través de una mini-bio) poner nombre y cara a todas aquellas personas que nos han acompañado en la historia del Fas; luego que cada cual seleccione.
Lógicamente cada socio o socia tendrá su ranking (corazoncito y percepción), y siete décadas dan para mucho. Así que, por no esquivar la pregunta, nos ceñiremos al presente (para seguir cumpliendo años) y a lo que llevamos del año-curso 71º (6 meses), y mencionaremos a Albert Serra (un genio entrañable), Andrea Bagney (atrevida e intrépida), Mikel Gurrea (que va para arriba), sin olvidar la parte actoral: Maria Cruickshank, Itziar Lazkano o el maravilloso dúo Gorka Aginagalde-Iñigo Salinero.
Y en genérico, los y las cineastas noveles que han presentado cada corto, que son el futuro (cinematográfico).
Las proyecciones finalizan siempre con un coloquio. ¿Compartir con los demás opiniones y puntos de vista sobre los aspectos temáticos y técnicos de una película es lo que hace especial una experiencia que por lo demás es bastante personal?
Eso es. Ya hemos mencionado antes que el coloquio es fundamental en un cineclub; contrastar con respeto opiniones contrarias (o no) es muy enriquecedor. Cada cual tiene una percepción distinta, y comentarla abiertamente es algo grande. Como suelen decir los y las cineastas, una vez terminada la proyección, cada espectador o espectadora tiene 'su película', tiene vida... Ya no pertenece a su director o directora.
Al margen de estrenos o películas más o menos recientes, también programáis clásicos que no están al alcance de todo el mundo. ¿El objetivo de todo cineclub debe ser el de ofrecer obras que contribuyan a difundir distintas maneras de ver el mundo?
Claro. Cada vez hay más producción cinematográfica, y respecto a los clásicos ocurre que, bien por conservación, por censura u otras circunstancias, se nos ha privado de su visionado, así que es importante rescatarlas-recuperarlas para hacer ese análisis del mundo desde todas las aristas.
También tenéis convenios de colaboración con otros agentes. ¿Cómo decidís la programación anual?
Como dice el logo Fas, ya son 71, y en esos años hemos ido consolidando relaciones. De las 36-38 sesiones anuales dejamos algún hueco que permita atender el análisis temático y social: en su día fueron Alboan, Acnur, Amnistía Internacional, Oxfam o Bizitegi; hoy son Economistas sin Fronteras o Gizazinea. Siempre hacemos un hueco, sin desviarnos de nuestro principal objetivo: cine-cine-cine, lenguaje y cultura.
Así mismo, como decanos del cine en Bilbao, participamos con todos los festivales surgidos en la Villa, ZINEBI, FANT, ZINEGOAK, y con uno de los actores fundamentales de la historia de nuestro cine: la Asociación de Guionistas Vascos.
Al margen de estos compromisos, la programación va surgiendo por espontaneidad: propuestas de socios y socias y distribuidoras, que pasan por 'una coctelera' y, tras armonizar las propuestas, surge la programación.
En todo este tiempo la sociedad ha vivido grandes cambios y, por ende, también el mundo del cine. Aun así, habéis conseguido adaptaros y afianzar vuestro proyecto. ¿Qué hitos destacaríais en vuestra larga trayectoria? ¿Dónde creéis que está la clave?
¡Pufff! Lo de los hitos, como lo de las personalidades, ha dependido de muchos factores en siete décadas. De hecho, hemos elaborado un histórico por décadas, aún inacabado. Hay que tener en cuenta que en los 50 el cineclub era la única vía de escape para ver un 'cine diferente'. Cada década tiene su particularidad, y también han influido los vaivenes del cine. Pero si debemos destacar algo (a pesar de las crisis internas) es el amor al cine, la constancia y la humildad.
La clave, como en todo y en tanto tiempo, no existe. Un cineclub es como 'la cocina': vas incorporando ingredientes (que van y vienen), y en cada etapa cada cocinero o cocinera aporta su gestión, con el Fas (la entidad) por encima de egos.
A pesar del auge de las plataformas de streaming, parece que los cineclubes siguen gozando de buena salud. Fas lleva ya siete décadas en marcha y ha recibido numerosos reconocimientos por su labor. Pero también hay otros que no se quedan atrás. Kresala, por ejemplo, lleva 50 años de actividad en Donostia. ¿Cuáles diríais que son los principales retos de futuro a los que os enfrentáis?
El reto sigue siendo el mismo: estar al pie del proyector, dando cine. Si en los orígenes era un lugar casi clandestino para ver cine, hoy el cineclub es un punto de remanso (ante tanta invasión de imágenes), que permite seguir analizando el film.
Ante esta pregunta, siempre se suele responder que el reto es atraer a la juventud; sin embargo, hay que darle la vuelta, y mostrar a la juventud que el cineclub está ahí, que se puede tocar, que se puede ver una película de 3 horas, una video-creación, un documental de 66 minutos, una reposición del cine soviético... El cineclub seguirá ahí (hoy en día entre miles de ofertas... pero ahí). Y con o sin oxígeno, intentando hacer cumbre cada semana (en cada sesión). La vida es larga, y el cine más.
(Especial publicado el 13 de julio de 2023)