Asun Agiriano, bibliotecaria: «Las bibliotecas públicas siguen siendo espacios culturales, de conocimiento y socialización, una especie de refugios y lugares de acogida»

  • Asun Agiriano, bibliotecaria: «Las bibliotecas públicas siguen siendo espacios culturales, de conocimiento y socialización, una especie de refugios y lugares de acogida»
    Asun Agiriano, en la Biblioteca Municipal de Arrasate (autora de la foto: Anabel Dominguez)

La actual directora de la Biblioteca Municipal de Arrasate, Asun Agiriano, lleva muchos años trabajando como bibliotecaria, fomentando la literatura y la lectura en general, y dedicándose a todo tipo de tareas dentro del ámbito literario, como crítica, articulista, escritora... Ahora que, precisamente, acaba de recibir el premio Ibilbide Saria, en el marco de los Premios Literarios Kutxa Fundazioa Donostia, en reconocimiento a esa fructífera y larga trayectoria, hemos querido entrevistarla para poder repasar con ella toda su andadura profesional y preguntarle por su profesión y por la situación de las bibliotecas y los retos a los que se enfrentan. Estas son sus opiniones.


¿Siempre has sido aficionada a la literatura?

Siempre he sido lectora. De pequeña, nada más aprender a leer, me tragaba todo lo que caía en mis manos, ya fueran la revista del motor Solo Moto o cómics, y, en una época, hasta los folletines del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía y Silver Kane. Somos de otra época, en la que en las casas no había libros, y a los 10 años, cuando aprendí a moverme por mi cuenta, saqué el carné de socia de la biblioteca municipal y comencé a leer otros géneros, sobre todo las novelas clásicas de aventura como Los Hollister, Torres de Malory...  A la literatura accedí después, en la época del instituto, y, en el caso de la escrita en euskera, desgraciadamente tuve que esperar a mucho más tarde, a cuando me alfabeticé en esa lengua.


¿Cuándo supiste que querías ser bibliotecaria? ¿Cómo recuerdas aquellos primeros años?

De pequeña, como no me compraban libros, iba a la biblioteca de mi pueblo; era una especie de tradición, un ritual: cogías un libro en préstamo, lo leías, lo devolvías y escogías otro y, así, otra persona leía lo mismo que tú, y mediante esa sencilla actividad conectabas con otras personas.

La inspiración y el deseo de trabajar profesionalmente en el mundo de las bibliotecas me llegó cuando estaba en Nicaragua, colaborando en la organización de una biblioteca local infantil, en Matagalpa, donde contaban con libros fantásticos donados de otros territorios, con estupendas ilustraciones y elegantes ediciones.

Me sumergí en esas historias, y gracias a ellas supe que a pesar de encontrarme tan lejos de casa no estaba sola, y, sobre todo, comprendí que mi futuro estaría siempre ligado a los libros, porque sin ellos la vida se me haría más dura.

En toda profesión, en toda vocación, se aúnan aleatoriedad y necesidad; el azar se convierte en destino cuando vives las cosas intensamente.


¿Qué es ser una (buena) bibliotecaria? ¿En qué consisten las tareas diarias?

Aunque en euskera se acepta el término «liburuzain», yo utilizo y reivindico usar la palabra «bibliotekari». Quien quiera dedicarse a este oficio, en mi modesta opinión, debe vivir la lectura. Los estudios nos darán el conocimiento teórico, pero existen también varias cualidades que deberían ser consustanciales, como, por ejemplo, una buena memoria, la capacidad de empatizar y de tratar con respeto a todo el mundo. El perfil profesional también ha ido cambiando; además de catalogar y clasificar los libros, necesitamos adquirir nuevas competencias digitales, tal y como demanda continuamente la sociedad.

El futuro de nuestras bibliotecas municipales pasa por conseguir el apoyo de la ciudadanía, que será la que reforzará nuestros servicios con su uso cotidiano.

Yo creo que en este trabajo debemos combinar el convencimiento personal y profesional de que las bibliotecas y la lectura pueden convertirse a largo plazo en elementos de transformación social.

La situación no siempre es fácil y no me atrevo a generalizar, pero creo que la escasez de recursos no puede servir como excusa para esconder tu propia insatisfacción. Como profesional, si sigues creyendo en el valor de nuestras funciones, a pesar de la precariedad de recursos, puedes llegar a probar la necesidad de ampliarlos. Si te prodigas en quejas, te conviertes en una bibliotecaria pasiva y lenta a la hora de atender las demandas de la sociedad.

Asun Agiriano, en Pamplona, presentando el álbum ilustrado Atzamarra junto a Harkaitz Cano (autora de la foto: Aitziber Alonso)


¿Cómo entiendes el concepto de "biblioteca"? ¿Ha cambiado mucho la forma de concebir estos espacios? 

Desde muy antiguo las bibliotecas no se limitan a ser meros almacenes de libros y documentos, sino que son espacios educativos y de ocio. Los valores que las rigen siguen siendo similares: igualdad de derechos, inclusión y diversidad, compromiso con nuestro patrimonio y con la comunidad, calidad de los servicios... En eso consiste, precisamente, la principal ventaja y estímulo de trabajar en una biblioteca; estamos en continuo movimiento con el fin de adaptarnos a esos cambios.

Las bibliotecas públicas siguen siendo espacios culturales, de conocimiento y socialización, una especie de refugios y lugares de acogida. Aunque en nuestras bibliotecas se acepta a todo tipo de personas, no siempre son espacios de respeto, ya que, de hecho, los problemas sociales también tienen su reflejo en ellas; incluso diría que hoy en día nos cuesta entender que somos un lugar comunitario.

Por eso mismo, creo que la diversidad cultural existente en nuestras sociedades hace necesario reflexionar sobre nuestro trabajo diario, debemos saber aportar recursos para crear canales de integración, ya que, hoy en día, las bibliotecas constituyen una vía de integración social facilitadora del tránsito, al tratarse de organizaciones eficaces y con una gran capacidad de acogida que puede servir para reducir y evitar la segregación.


¿Cómo se han adaptado las bibliotecas y sus profesionales a las nuevas aspiraciones y necesidades de la sociedad?

Las bibliotecas tienen que ir cambiando a la par que lo hace el mundo. Desde el punto de vista actual, creo que las bibliotecarias actuamos como mediadoras entre culturas, ya que la biblioteca, al igual que la escuela, es un espacio posibilitador de convivencia y relación entre distintas identidades culturales. La bibliotecaria es una mediadora que puede tender puentes: somos agentes que conectamos con diferentes estímulos, proponemos "ganchos" (libros que puedes llevar a casa, música, películas, uso de las nuevas tecnologías, te enseño a utilizar el escáner, te conectas automáticamente al wifi...), transferimos hábitos sociales y culturales y tenemos la capacidad de transmitir una identidad.

El objetivo no es necesariamente la integración, sino la no segregación, la apertura a opciones que sirvan para atravesar espontáneamente las barreras.


¿Continuarán los libros en papel a pesar del impulso de la digitalización?

Yo creo que sí, porque leer en papel es un gran placer, algo orgánico que te conecta con los sentidos.

Sin embargo, existe una manía de diferenciación y confrontación entre ambos formatos, tendente a la sustitución de las cosas antiguas por otras nuevas. Los bolígrafos no han desaparecido con la llegada del ordenador portátil; es más, cada vez se hacen más sofisticados, se hacen ejemplares magníficos. Y con los libros ocurre lo mismo: se crean nuevas editoriales, cada vez se editan mejores libros, con formatos curiosos y atractivos. El libro en papel convivirá con el libro electrónico y otras quince invenciones más.

Asun Agiriano, autora del álbum ilustrado Atzamarra, junto con su ilustradora, Marina García, y Maite Gurrutxaga, en la presentación que hicieron en Donostia. Maite presentó la obra titulada Klak (aquí se puede leer la entrevista que le hicimos en enero de 2023, a propósito de dicho libro)


Por tanto, es evidente que la formación continua es imprescindible para los profesionales que trabajan en las bibliotecas... ¿Cómo es la oferta formativa actual?

En el País Vasco no contamos con formación oficial y reglada para trabajar en bibliotecas, a pesar de los intentos realizados tanto en la Universidad Pública del País Vasco, como en algunas universidades privadas. Aunque hay trabajo en este ámbito, no hay interés por parte de las instituciones educativas. Así que quienes somos de una generación determinada nos hemos "reciclado", haciendo cientos de cursos, por ejemplo. En este sentido, ha sido muy útil e importante, por supuesto, el liderazgo de algunas asociaciones, sobre todo de ALDEE y GALTZAGORRI, gracias a las cuales hemos conseguido desarrollar nuestro trabajo con seguridad. Las ganas tienen que provenir de una misma, y la ayuda del ayuntamiento, pero en nuestro caso, además, estas asociaciones han impulsado la formación de mucha gente profesional y nos han ayudado a adquirir las competencias profesionales y técnicas necesarias para realizar las tareas del día a día. Gracias a ellas nuestras flaquezas se han convertido en fortalezas, y, en consecuencia, hemos avanzado en la mejora de la prestación del servicio de bibliotecas.


Tú misma también has impartido cursos. En septiembre, por ejemplo, estuviste en Tabakalera, junto con Alex Gurrutxaga, hablando de los criterios para formar la colección de una biblioteca. ¿Cómo se pueden hacer más atractivas las estanterías de las bibliotecas? ¿Qué se puede hacer para atraer a la juventud al mundo de la literatura y a las bibliotecas?

En nuestras bibliotecas debemos ofrecer libros nuevos y atractivos. Por ello, en el curso que organizó ALDEE, también tratamos de expurgar, es decir, de retirar de nuestras colecciones los libros viejos, deteriorados, pasados de moda... Como ocurre en casa, en las bibliotecas también es conveniente hacer limpieza, porque en ellas abundan los libros efímeros, de corta duración en el tiempo, que luego desaparecen. Nuestro trabajo no consiste en rechazar, sino en seleccionar, es decir, en mostrar la capacidad de las publicaciones de perdurar en el tiempo. La biblioteca es una organización en movimiento permanente.

Por otro lado, para que el mundo de los libros no se pierda entre espesas nieblas, hay que fomentar el gusto por la lectura, y como se suele decir muchas veces, cuanto más de joven se empiece a leer, mejor. Y para conseguirlo, no hay más misterio que ofrecer y entregar libros a las familias, y hacer lo mismo entre hogares y escuelas. Para ello es imprescindible la participación de las personas adultas en los procesos de lectura infantil y juvenil, que les motiven, les lean a viva voz, es decir, que nosotras mismas seamos lectoras. Y, al mismo tiempo, entender que no todas ellas son la misma persona lectora.


A lo largo de tu trayectoria profesional, además de tu labor como bibliotecaria, has trabajado en otras tareas del ámbito literario, como promotora de lectura, crítica literaria, articulista, miembro de jurado de premios literarios, colaboradora de programas literarios de televisión..., e incluso como escritora. En 2022, junto con la ilustradora Marina Garcia, publicaste el álbum ilustrado Atzamarra. ¿Qué tipo de experiencia resultó el paso al mundo de la creación? ¿Tienes intención de continuar por ese camino?

El libro surgió como un regalo de la vida. Fue una experiencia nueva y emotiva tanto para mí como para Marina.

Me conocía a mí misma como lectora, pero cuando escribes sientes como que te estás desnudando, más aún si lo que cuentas es una historia de corte autobiográfico, como era mi caso. Surgió como un ejercicio de memoria, un relato madurado desde la infancia, que, como sucede con los vinos y los quesos, que, cuanto más añejos y más curados son, más se aprecian.

Y así fue. Recibimos felicitaciones de mucha gente que lo leyó, y llegar a esas personas de esa manera ha sido una experiencia inolvidable.

¿Que si tengo intención de continuar? Sí..., tal vez. En el número 48 de la revista de literatura infantil y juvenil Behinola me publicaron hace un año el cuento Putagorda que tenía escrito hace unos años, ilustrado con unos dibujos maravillosos de Iban Illarramendi.

Recientemente he quedado clasificada también en un concurso de cuentos cortos. Hoy en día escribo lentamente; no tengo mucho tiempo para dedicarme profusamente a la creatividad. Suelen ser textos breves, porque, de momento, no tengo fuerza para emprender un proyecto más largo.

Asun Agiriano, con el premio Ibilbide Saria de Kutxa Fundazioa en las manos, junto a Mariasun Landa, el 16 de noviembre de 2024


Como agradecimiento por toda tu labor en el ámbito de la literatura y la lectura, recientemente has recibido el premio Ibilbide Saria, en el marco de los Premios Literarios Kutxa Fundazioa Donostia. ¿Cómo te lo has tomado? ¿Se trata, en parte, de un reconocimiento al oficio de bibliotecaria? ¿Quién te vino a la mente al recibir el premio?

Con mucha satisfacción, pero la alegría que sientes no es tanto por ti misma, sino por lo que haces. Ha sido muy hermoso y muy de agradecer la cantidad inmensa de felicitaciones que he recibido, pero, como comentabais, no lo vivo con afán de protagonismo personal, sino como reconocimiento a nuestro oficio. Cuando el trabajo de alguien se vuelve interesante públicamente, es por algo que ya está ocurriendo en el mundo.

Al recibir el premio tuve en cuenta, por un lado, a las bibliotecas. En el discurso comenté que ya no vivimos al margen del resto del mundo, que conformamos un colectivo dinámico y crítico, dotado de un don especial para crear comunidad. Por otro lado, tuve en mente a personas que realizan de una forma activa y comprometida una labor que no es considerada como trabajo por mucha gente, es decir, a quienes se dedican a la escritura, la traducción, la ilustración, la edición, a contar cuentos, etc. Así que pedí un fuerte aplauso para Euskal Editoreen Elkartea, Euskal Idazleen Elkartea, Euskal Itzultzaile, Zuzentzaile eta Interpreteen Elkartea (EIZIE) y para Galtzagorri elkartea, por su labor dignificando un trabajo que muchas instituciones públicas consideran como accesorio, decorativo.


Y por último, ¿qué tipo de lectora es Asun Agiriano? ¿Sobre qué te gusta leer?

Soy una lectora que se alimenta de todo tipo de libros: en casa suelo tener dos o tres a la vez para leer: el material para las tertulias literarias, esa última novedad que te ha parecido que tenía buena pinta, el último cómic de una ilustradora que te gusta, ese maravilloso álbum, poemas en la mesilla, un ensayo interesante en la mesa del estudio... En nuestra casa nunca faltan libros.

Son partes importantes de mi vida y a veces tengo que recordarme a mí misma que no son la vida y que el mundo está lleno de libros que no voy a poder leer nunca.


(Especial publicado el 12 de diciembre de 2024)