Eskena, la Asociación de Empresas de Producción Escénica de Euskadi, lleva desde 1995 siendo un punto de encuentro del mundo del espectáculo y trabajando para facilitar las condiciones óptimas para el desarrollo del sector escénico vasco. Con motivo de su 30.º aniversario, hemos hablado con Agurtzane Intxaurraga y Gorka Etxeandia, presidenta y responsable de comunicación de la asociación, respectivamente.
¿Qué es Eskena? ¿Cómo y con qué propósito se creó?
Agurtzane Intxaurraga: Eskena nació hace 30 años, en 1995, en un momento de florecimiento de los grupos de teatro que comienzan a entender su labor como un oficio. Desde las administraciones, además, se pide a los distintos grupos que se profesionalicen, entendiendo esta como un paso de conversión al mundo empresarial. Eskena, por tanto, nace como espacio de encuentro, con la intención de acompañar a las nuevas empresas en ese tránsito y con la mirada puesta en la producción escénica.
¿Qué ofrece a las y los profesionales del sector de las artes escénicas?
Agurtzane Intxaurraga: Si bien en sus primeros años las compañías asociadas se dedicaban principalmente a la producción teatral, el devenir de la creación escénica vasca ha ido abriéndose y ampliándose a nuevas disciplinas. Hoy Eskena no habla sólo de teatro, habla de artes escénicas en general, y entre sus asociadas, además de compañías teatrales, acoge a productoras de danza y circo. Eskena es, por tanto, un vivero de productoras que comparten un espacio reivindicativo en común, un lugar de escucha y reflexión, un altavoz ante las instituciones y la sociedad civil. Un espacio casi podríamos definirlo como "vecinal" que, además, trabaja siempre en la búsqueda de alianzas con otras asociaciones sectoriales como ADDE, Artekale o EZE con un objetivo prioritario: el cuidado y profesionalización de las artes escénicas vascas.
(Mercartes 2025. Foto: Gerardo Sanz)
En estas tres décadas, ¿qué ha sido lo más difícil? ¿De qué sentís especial orgullo? ¿Ha habido algún acontecimiento o situación que haya marcado de forma significativa la trayectoria de la asociación?
Agurtzane Intxaurraga: Remar en aguas bravas nunca es fácil. Quizá uno de los momentos más difíciles que afectó a todo el sector y a toda la sociedad en general fue la gran crisis de 2008, detonado por la crisis financiera. Las programaciones cayeron de forma profunda y el sector sufrió una atomización que continúa hoy en día y que derivó en una gran precariedad sectorial que no hemos conseguido superar. A pesar de todo, durante todos estos años, Eskena ha sabido escuchar y acompañar a cada socia y socio, cada cual con sus singularidades y sus inquietudes. Pero lo ha hecho siempre con una mirada sectorial, siendo un agente activo en la co-gobernanza y en la elaboración de políticas culturales. En mi opinión, Eskena es una asociación que va más allá de sus socias y socios, trabajando por todo el sector, algo de lo que me siento muy orgullosa.
Un claro ejemplo de esto fue el Convenio Vasco de las AAEE, que se firmó en 2023 después de muchos años de negociación y pactos precedentes. Un hito para todo el sector escénico que fue liderado por Eskena.
La gestión del espacio Harrobia en colaboración con el ayuntamiento de Bilbao, desde 2011, como centro de Innovación y producción, ha supuesto también un logro importante para Eskena, permitiendo sobre todo a las compañías vizcaínas contar con un espacio de creación tan necesario para desarrollar sus producciones.
También destacaría la promoción del proyecto Camino Escena Norte, en colaboración junto con otras 5 asociaciones del norte de España. Se trata un circuito escénico que toma como eje el Camino de Santiago del Norte que este año ha celebrado su 7.ª edición con 60 actuaciones de 18 espectáculos, así como encuentros profesionales para promover el conocimiento y la interacción entre personas creadoras de las 6 comunidades autónomas participantes.
Desde la creación de Harrobia han pasado ya casi 15 años. ¿Qué es exactamente? ¿Y qué recursos pone a disposición de los y las profesionales?
Gorka Etxeandia: Desde 2011, en colaboración con al ayuntamiento de Bilbao, Eskena gestiona el Centro de Innovación en Producción Harrobia, un espacio de unos 1000 m² situado en el edifico de una antigua iglesia. Se trata del único centro de recursos para la creación escénica profesional a nivel estatal gestionado por el propio sector.
Harrobia ofrece salas de ensayo totalmente equipadas, recursos técnicos de iluminación, sonido y vídeo, residencias artísticas, asesoramiento en producción y comunicación, y formación especializada. Además, cuenta con servicios como lavandería y entrada automatizada, siendo el único lugar donde las compañías pueden ensayar las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Es, en definitiva, un espacio de encuentro, colaboración y profesionalización que refuerza el tejido escénico vasco y acompaña a las personas creadoras en todas las fases de sus proyectos.
("El lenguaje de las flores", de La Mapatxa Teatro, pieza elegida en Eszenabide 2024. Foto: Ana Martín)
¿Qué objetivos tienen "Trantsizioak" y "Eszenabide"? ¿Cómo funcionan?
Gorka Etxeandia: "Trantsizioak" y "Eszenabide" representan una segunda fase de Harrobia. Si en un primer momento el centro nació para ofrecer infraestructuras y recursos técnicos a las y los profesionales de las artes escénicas, con el tiempo dimos un paso más: crear programas propios, diseñados como parte de un proceso de profesionalización integral del sector.
"Trantsizioak" está orientado principalmente a artistas emergentes. Su objetivo es facilitar ese paso —a menudo complejo— entre la etapa formativa y la profesional. A través de tutorías realizadas por profesionales con una amplia experiencia, formación en conceptos básicos de emprenduría y acompañamiento para desenvolverse en el contexto cultural actual. Es, en cierto modo, una rampa de acceso al sector, con el objetivo de presentarse en condiciones de mayor competitividad a las subvenciones de Producciones I del Gobierno Vasco. Este programa tiene una frecuencia bienal.
Por su parte, "Eszenabide" está enfocado a compañías ya profesionales que se encuentran en el proceso de testar sus nuevas producciones ante un público especializado. Funciona como un escaparate de artes escénicas, una jornada en la que las compañías seleccionadas presentan fragmentos o piezas breves de sus nuevos trabajos ante un público-jurado. El objetivo es favorecer la visibilidad, el intercambio y la circulación de los proyectos, además de generar un espacio de reflexión compartida sobre los procesos creativos.
Ambas iniciativas surgen de la misma idea: que Harrobia no sea solo un lugar donde ensayar, sino un espacio que acompaña los procesos creativos, que impulsa trayectorias y que tiende puentes entre la creación, la producción y la exhibición.
(Mercartes 2025. Foto: Gerardo Sanz)
¿Durante 30 años habéis mantenido una relación directa con el sector de las artes escénicas en Euskadi, lo que os ha permitido observar de cerca todos los cambios acaecidos. A vuestro juicio, ¿cómo ha sido la evolución del sector a lo largos de estas tres décadas?
Agurtzane Intxaurraga: En la década de los 80, con la aprobación del Estatuto de Gernika se empiezan a poner en entredicho las políticas culturales gobernadas sólo desde las instituciones y comienza un proceso de democratización e impulso de redes.
Se inicia con una primera fase de promoción, reconstrucción del sistema cultural y político.
En una segunda fase, que llega hasta comienzos de XXI de institucionalización, se asientan las estructuras institucionales y se impulsa la creación de estructuras "empresariales", se formalizan las políticas de subvenciones y se crean grandes equipamientos (Museo Guggenheim Bilbao). El arte se hace producto y las estructuras independientes privadas nos dedicamos a producir y a distribuir productos "exportables" sin sitio real para poder tejer redes con la ciudadanía.
En cambio, en una tercera fase, de planificación y de gobernanza, se configuran nuevos modelos de gestión participativa llamada de "cogestión", hacia la ciudadanía, hasta hacer de ella su motivación, como en el proyecto DSS2016, que fomentó la participación ciudadana (participación de asociaciones) en el diseño de proyectos, dejando, sin embargo, arrinconadas a las empresas que durante años hemos ido conformando el tejido profesional. Sin embargo, este ciclo, donde lo público y lo privado consiguen tramar una realidad escénica de dimensiones crecientes tanto en lo cuantitativo de su mercado —funciones, públicos y volumen económico— como en la calidad y relevancia de su producción artística, finaliza a partir de 2008, detonado por la crisis financiera que perdura hasta 2014. A partir de ahí se da una tímida recuperación truncada con el cierre total de la actividad por la COVID-19. Esta concatenación de dos graves crisis suma unos resultados incuestionablemente preocupantes.
Nos encontramos ahora mismo en una situación muy complicada. Por un lado, con una enorme atomización del sector que compite entre sí para entrar en los circuitos institucionales que agrupa Sarea, y que promueve la confrontación del sector. A esto hay que añadir la problemática de los públicos, acuciada tras la pandemia que no conseguimos revertir. Y mientras los grandes eventos ganan fuerza y público, las programaciones ordinarias de nuestros teatros fuera de valores de identidad, de comunidad o sentido de pertenencia, se debilitan, como es el caso sobre todo de la danza contemporánea, que no consigue despegar. Lo Glocal gana terreno a la red cultural media "midcult" que, alejada de mandatos de mercado, es la que realmente corre el peligro de difuminarse. No podemos permitir más butacas vacías en nuestros teatros.
¿Cuáles son actualmente los principales retos del sector?
Agurtzane Intxaurraga: Este último año, Eskena ha abordado un periodo de reflexión sobre la difícil situación que atraviesa el sector y que se ha concretado en un documento-informe llamado "Contexto fértil". Este documento ha sido elaborado contrastando diagnósticos según nuestras experiencias; se han documentado decenas de propuestas diferentes que el sector —dentro y fuera de Euskadi— ha ido produciendo desde 2020; finalmente, con diferentes parámetros, hemos seleccionado y jerarquizado algunas que creemos tienen el suficiente equilibrio entre actualidad, factibilidad y profundidad estratégica como para posibilitar este contexto fértil para la actividad escénica que tanto necesitamos para imaginar un futuro más sostenible para el sector.
Los retos que nos hemos marcado son los siguientes:
Tomando como modelo Cataluña y adaptándolo a nuestro ecosistema institucional y social, nos hemos puesto como primer objetivo reivindicar un 2% del total de los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma Vasca para la cultura. Es necesario superar la precariedad que atraviesa el sector construyendo un sector sano creativa y estructuralmente, que permita hacer un cambio de paradigma dirigido desde las instituciones en el que la cultura se entienda como uno de los grandes pilares de la sociedad del bienestar. Este gran reto conlleva necesariamente la construcción de un ecosistema colaborativo no sólo con las diferentes asociaciones sectoriales de las artes escénicas, así como con Sarea, la Red de Teatros Vascos, sino también con los diferentes sectores de la cultura en general.
Un segundo gran reto es impulsar modelos de residencia en espacios escénicos públicos que nos permitan tanto la optimización de infraestructuras y recursos humanos en el desarrollo de ciudades y comarcas culturalmente atractivas, como facilitar la sostenibilidad de compañías y grupos escénicos a través de la acción hacia la sociedad, la creación de públicos y la creación y la exhibición artística.
Otro de los grandes temas que consideramos de suma importancia es comenzar a trabajar transversalmente con el Departamento de Educación. Por una parte, vemos muy necesaria la integración de las artes escénicas dentro del proyecto educativo de los centros escolares, lo que permitiría, por un lado, crear un sistema de colaboración estable entre artistas y/o estructuras escénicas y los centros escolares, y por otro, significar el arte como elemento de transformación social y cultural desde edades tempranas. Lo que reportaría también, sin duda, en la creación de públicos presentes y futuros. En paralelo a este tema vemos también necesario conseguir un convenio con dicho departamento para integrar las artes escénicas en la formación del profesorado.
(Eszenabide 2024)
¿En qué debería centrar Eskena sus esfuerzos en el futuro para seguir siendo un agente esencial en la promoción y mediación de las artes escénicas?
Agurtzane Intxaurraga: Eskena, así como las artes escénicas vascas en general, son parte de un mundo globalizado, por lo que afrontan también grandes y múltiples desafíos como son el empobrecimiento ciudadano, la vulneración de derechos humanos, la crudeza de la realidad virtual, la revolución de la inteligencia artificial, las consecuencias mentales del individualismo extremo o el cambio climático. Eskena no puede ni debe vivir ajena a esa realidad. Debe seguir siendo un agente activo de su ecosistema. Para ello, sus estructuras necesariamente deben ser tan fuertes como flexibles, capaces de adaptarse creativa y productivamente a los vaivenes del mercado y de una sociedad líquida. Para ello, sin duda, tenemos que seguir trabajando colectivamente, con visión de sector, para nombrar lo que falta, agradecer lo que tenemos y reivindicar lo que nos merecemos.
(Especial publicado el 30 de octubre de 2025)