20.000 especies de abejas es el primer largometraje de Estibaliz Urresola. La película, una sutil mirada a la identidad, muestra la transición de una relación familiar. Avalada por numerosos reconocimientos internacionales, llega a los cines este viernes, 21 de abril. A escasas horas del estreno ante el gran público, hemos querido hablar con su directora.
¿Cuál fue el motivo que te llevó a plantearte hacer una película como 20.000 especies de abejas? ¿Qué cuentas en ella? ¿Qué sugiere el título?
20.000 especies de abejas es la historia de una transición, una transición que tendrá que realizar toda una familia en el proceso de acompañar al que hasta ese momento ha sido leído como un niño, como Aitor, y que, durante el verano que pasarán en el pueblo materno, en el País Vasco, comenzará a expresarse como una niña, como la niña que siente ser.
Es una película que habla sobre la identidad y los procesos de búsqueda o de reivindicación o de indagación sobre quién es una. No solo en el viaje que emprende el personaje interpretado por Sofía Otero, sino también el resto de mujeres implicadas, mujeres de distintas generaciones: la abuela, la tía abuela, la propia madre y el personaje que encarna Sofía Otero.
Reuniendo a estas tres generaciones, he tratado de explorar de qué forma todas esas mujeres han vivido sus vidas, también condicionadas por esa etiqueta de "ser mujer", lo que representa, si significa algo o cuántas formas posibles hay de experimentar y de vivir desde ese lugar.
Por eso es un canto a la diversidad, a la diversidad de formas de ser y de habitar el mundo, y esa diversidad he tratado de reflejarla en el título: 20.000 especies de abejas. Porque las abejas son las garantes de la biodiversidad en la naturaleza, y creo que esa diferencia y esa diversidad de la naturaleza es lo que nos lleva a entender también la diversidad del rasgo humano como un valor añadido, como un valor que aporta riqueza al conjunto de nuestra sociedad.
(Fotograma de 20.000 especies de abejas)
Toda la historia la creé a partir de decenas de entrevistas que realicé a familiares que estaban en procesos de acompañamiento de menores trans y que formaban parte de la asociación Naizen. Fue un proceso que comenzó a raíz del suicidio de Ekai Lersundi, que conmocionó a toda la sociedad, a mí, en particular, también mucho, y que creo que marcó un antes y un después, al menos en la sociedad vasca, porque hasta ese momento no se estaba realmente atendiendo ni mirando hacia la realidad de las infancias trans. Él, con esa decisión, era lo que buscaba, visibilizar esa realidad. Y creo que tristemente lo consiguió, porque siento que desde 2018 hasta ahora se ha producido un despertar. Y no solo un despertar, sino que también se han dado los primeros pasos de un proceso hacia la protección y la defensa de todos los derechos fundamentales hasta ahora no reconocidos a los colectivos.
¿Cómo fue avanzando el proceso desde aquella idea inicial?
El proyecto comenzó en una residencia artística organizada por Gariza Films, llamada "Una habitación propia", para generar un espacio para creadoras donde poder comenzar el desarrollo o la escritura de obras artísticas.
Cuando terminé aquella residencia, fui seleccionada en el programa Noka, donde presenté la primera versión del guion. Fue un programa clave para mí, porque se desarrolló casi a lo largo de un año y porque me dio la oportunidad de tener asesorías o consultorías con distintas profesionales de distintas áreas: desde el guion, la dirección, la producción y la distribución. Fue un programa que me dio muchísima perspectiva y que me impulsó y me animó a crear mi propia productora, Sirimiri Films, desde donde comencé a empujar el proyecto en esa fase inicial de desarrollo y desde donde, por ejemplo, pedí las ayudas a desarrollo de la Diputación de Álava, que fueron fundamentales para poder iniciar realmente el proceso tan largo que ha sido.
Finalmente, entre finales de 2019 y principios de 2020, se incorporó definitivamente como productora mayoritaria del proyecto Gariza Films, la misma productora que convocaba la residencia artística inicial. Después también se incorporó Inicia Films, de Cataluña. Con esas alianzas ya pudimos comenzar la fase de financiación y todos los posteriores procesos.
(Imagen del rodaje)
Siendo el de las infancias trans un asunto tan sensible y poco conocido por gran parte de la sociedad, ¿cómo fue tu acercamiento al tema y a las diferentes realidades que viven las familias? ¿Qué fue lo más difícil del proceso de creación de la película?
Efectivamente es un tema muy delicado, y había que tratarlo con muchísima responsabilidad. Por eso inicié una fase de documentación y entrevistas muy fuerte en 2018, donde entrevisté a numerosas familias. También asistí a los encuentros de esas familias, encuentros anuales, donde también pude comenzar a conocer a los niños y a las niñas a quienes acompañaban. De todas aquellas entrevistas la propia Naizen publicó un libro que se llamó Tránsitos, donde los padres y las madres contaban en primera persona cómo habían sido sus procesos. Toda esa información fue la base para poder extraer un poco esos denominadores comunes que podía haber en todas esas experiencias, de donde yo fui rescatando pasajes, situaciones, reflexiones, preguntas que aquellos niños y aquellas niñas hacían, para ir esbozando esas primeras versiones del guion.
Es verdad que en 2020, dos años después, yo ya me daba cuenta de que los progresos a nivel social eran cada vez mayores. El conocimiento de la sociedad en general empezaba a ser un poquito mayor y, por lo tanto, eso seguramente hacía que las familias que se estaban integrando en 2020 a la asociación Naizen ya dispusieran de más información y de más conocimiento de esa realidad. Por lo tanto, el momento de darse cuenta o de comenzar esos procesos de acompañamiento serían distintos, porque ya disponían de más información y ya no era una realidad tan invisibilizada y tan tabú.
De forma que, aunque el guion estaba ya muy en marcha, comencé una segunda fase de documentación; quería asegurarme de que la película fuera fiel a su momento. Porque quizá en las familias que en 2018 habían hecho los tránsitos o en las que había entrevistado (muchas de ellas habían hecho los tránsitos mucho tiempo antes), sus procesos habían sido distintos, y quería asegurarme de esa fidelidad con el momento presente. Así que emprendí una segunda fase de documentación muy fuerte y, por supuesto, con todo el respeto del mundo.
(Fotograma de 20.000 especies de abejas)
Probablemente una de las cosas más complicadas de todo el proceso fue encontrar el enfoque, el tratamiento y determinar cuál iba a ser el punto de vista de la película. Porque hubiera sido fácil terminar planteando hacer el relato de acompañamiento de un personaje central único, que sería el personaje interpretado por Sofía Otero. Pero, dado que la gran parte de todo ese proceso de documentación había sido más mano a mano o desde la mirada de los padres y de las madres, eso debía ser incorporado a la película, principalmente porque en esas entrevistas hubo unas constataciones que, a través del diálogo con varias familias, me dieron la clave. Muchas de ellas decían que quienes habían hecho el tránsito no eran tanto sus niños y niñas, que siempre habían sido quienes eran, sino que más bien los que habían tenido que transitar habían sido los demás, en su forma de mirarles. Por lo tanto, lo que se transformaba era más bien la mirada del otro. Y dado que mis entrevistas habían sido sobre todo con esos padres y esas madres, quería hacer justamente ese retrato, el retrato de una transición de una relación familiar.
Una de las cosas más complicadas a nivel de guion fue mantener ese doble punto de vista, que corresponde a esos dos polos de esa relación, sintetizados en la relación entre madre e hija, pero, por supuesto, extensible al resto de los componentes de la familia, para hacer una narrativa donde el viaje que emprende cada uno de esos dos personajes, madre e hija, se convierte en una especie de juego de espejos donde cada paso o cada avance de una de ellas afecta en la relación para con la otra.
¿Podríamos decir que en 20.000 especies de abejas se sintetizan, de alguna manera, todas las mujeres que han ido apareciendo en tus cortometrajes? ¿Qué tipo de mujeres te gusta mostrar? ¿Cómo son, en concreto, las que protagonizan esta película?
Es verdad que en mis anteriores cortometrajes me he ido deteniendo en distintos momentos de la vida de una mujer. Empezando por Adri, que hablaba sobre una niña de 11 años a la que le llegaba la menarquia o la primera menstruación. En Polvo somos me centraba igual más en la edad adulta, joven-adulto, de dos hermanas de entre 30 y 40 años que también se encuentran, a causa de un fallecimiento que las obliga a reencontrarse y también enmarcadas de nuevo en el seno de la familia junto a una madre y a una abuela, y ahí ya se empezará también a esbozar esa intergeneracionalidad que se presenta en la película. Y en Cuerdas me detengo más en mujeres mayores de 70 años, en concreto en la protagonista de 91 años.
Es cierto que de alguna manera 20.000 especies de abejas es como la reunión de todas esas generaciones. Me interesa ahondar en personajes femeninos para poder retratarlos con la complejidad con la que quizá hemos echado de menos en la historia del cine que se hizo, mostrarlas en ámbitos diversos y con matices, con claros, y con luces y sombras, y desempeñando papeles que habitualmente no estamos acostumbradas a ver. Por ejemplo, en Cuerdas, la mujer de 91 años se muestra haciéndose cargo de su vida y tomando una decisión, aparentemente pequeña, que, aunque pertenece al ámbito íntimo y privado, en realidad transforma de alguna manera su pequeño entorno convirtiéndola en una decisión política, en tanto que atañe a la sociedad en la que vive.
(Fotograma de 20.000 especies de abejas)
En 20.000 especies de abejas he tratado nuevamente de mostrar el máximo de diversidad posible en las mujeres que componen esta familia. Podríamos decir que son mujeres que se presentan de una forma compleja, que se muestran de formas distintas dependiendo de las relaciones o dependiendo de las personas con las que se relacionan dentro de la familia. Se trata de mujeres que seguramente han tenido que hacer grandes renuncias en sus vidas, y se muestra cómo ese poso queda, permanece y sigue modelando desde una capa más invisible, afectando y condicionando, por supuesto, las relaciones que tienen dentro de la familia y a quienes vienen por detrás, en una especie de producto o resultado de unas inercias y de legado familiar que se arrastra desde hace tiempo. Quizá durante ese verano, y con ese proceso que la familia va a tener que vivir, tengan la oportunidad de reparar o al menos de cuestionar y de tomar conciencia de ello.
Las abejas están muy presentes ya desde el título. ¿Qué lugar ocupan en la película?
La abeja me resultaba un símbolo muy fértil que me permitía trabajar desde distintos ámbitos en la película. Las abejas son insectos que a priori dan miedo y generan rechazo, yo creo que como todo lo que es desconocido para nosotros, pero, a medida que te vas acercando a ellas y conoces cómo se organizan, cómo se comunican, la inteligencia dentro de una colmena..., creo que no pueden más que generar admiración y hacerte consciente de su valor.
Por otra parte, está la idea de la resimbolización. Es decir, el veneno de la abeja, que nos da miedo, también puede tener aplicaciones terapéuticas, ser un camino para la sanación. Es una idea, esta de la resimbolización, que me ha interesado aplicar a toda la película en muchos aspectos.
(Imagen del rodaje)
También está la idea de la colmena familiar: en una colmena hay distintas abejas, cada una tiene una función única, específica y diferente a las demás y, sin embargo, todas son necesarias para la supervivencia de la colmena.
Asimismo, la colmena es mucho más que la suma de los individuos, y se rige por unas leyes propias, como un organismo vivo en sí mismo. Eso también podía hacer referencia a la familia, que es mucho más que la suma de los individuos y que también se rige por normas y leyes y herencias que acarrean secretos, cuestiones no dichas, palabras mal dichas, que condicionan, afectan y transforman al propio conjunto de la familia.
Hablemos de premios. En la 73ª edición de la Berlinale, 20.000 especies de abejas se llevó los galardones Guild Film Prize y Berliner Morgenpost Readers' Jury Award, y Sofía Otero fue distinguida con el Oso de Plata a la mejor interpretación. Más tarde, en el Festival de Málaga, se alzó con la Biznaga de Oro a la mejor película y con la Biznaga de Plata a la mejor interpretación femenina de reparto para Patricia López Arnaiz. Y hace escasos días, el Hong Kong International Film Festival decidió no dar el premio de mejor actriz a una intérprete en concreto, sino a todo el elenco femenino de la película. ¿Qué suponen esos reconocimientos para una película ante su inminente estreno en cines?
La verdad es que el viaje que ha tenido la película hasta el momento ha sido tremendamente bonito, muy inesperado, y estamos muy agradecidas por las selecciones en estos festivales. En especial, me parece muy bonita esta sucesión de premios que ha sido así, como mencionáis: en materia de interpretación, el primero fue para Sofía, el segundo para Patricia y el tercero para el conjunto del elenco, y me parecen premios muy justos porque estoy verdaderamente contenta y agradecida por el trabajo de interpretación de todas estas mujeres en la película. Ojalá sean también un reclamo o un acicate para que el público se acerque a ver a estas genias trasladar este espíritu de colmena de la forma en la que lo han hecho, y ojalá ayuden a dar visibilidad a la película para que el máximo número de personas la vean, porque, al final, el trabajo lo hacemos sobre todo para el público, no tanto para los festivales. No obstante, los festivales y los premios pueden ayudar a dar visibilidad a la película, a hacer que esta resuene más lejos.
(Fotograma de 20.000 especies de abejas)
Tu anterior trabajo, el cortometraje Cuerdas, también sigue cosechando numerosos premios desde su estreno. Tuviste que compaginar ese proyecto con el de 20.000 especies de abejas. ¿Cómo lo hiciste? ¿Cuál es la historia que cuenta Cuerdas?
Sí, de hecho, el ultimísimo premio que ha conseguido Cuerdas ha sido una candidatura a los Premios de la Academia Europea, European Film Awards. Es una candidatura, un premio, que nos coloca como candidatos directos y que conseguimos en el Festival Go Short de Holanda durante la Semana Santa. Y sí, Cuerdas también ha sido un proyecto maravilloso que me ha dado mucho más de lo que podíamos esperar, especialmente a nivel humano y personal.
Es la historia de una coral de mujeres que tiene que tomar una aparentemente pequeña decisión: aceptar o no el patrocinio de una de las empresas más contaminantes del valle, que está instalada en el corazón de su pueblo, y que sería un patrocinio que podría garantizar o no la supervivencia del coro que se encuentra en un momento de crisis financiera y que corre el peligro de desaparecer. Es una coral de mujeres mayores de 70 años. La protagonista es Rita, de 91 años, y esa decisión aparentemente sencilla irá desarrollándose, viendo las implicaciones que tiene la convivencia con una empresa de este calado en el seno de una comunidad.
Es un cortometraje de ficción, pero también está muy basado en testimonios reales de mujeres de la zona minera de Muskiz, Gallarta, Ortuella... De hecho, creo que uno de los valores fundamentales del proyecto es haber decidido hacerlo con ellas, con mujeres reales de esa comunidad, reuniéndolas para crear este coro ficticio formado por dos grupos reales: un grupo de teatro de mujeres, Juego de Damas de Muskiz, y una coral de mujeres de Sanfuentes. Reuní a esos dos grupos para crear la coral de ficción donde se produce ese debate. Creo que el hecho de que sean mujeres naturales de la zona le imprime una verdad a la historia, que es lo que sobre todo ha conectado, en mi opinión, con las audiencias y con los festivales.
(Fotograma de Cuerdas)
La verdad es que era un proyecto que estaba pensado para haber sido rodado antes, pero no pudo ser, debido a todas las restricciones que quedaron todavía vigentes tras el fin del confinamiento y que se prolongaron mucho tiempo, imposibilitando, por ejemplo, la reunión de grupos de más de 15 personas o la actividad de grupos y formaciones corales. Eso hizo que se fuera posponiendo casi hasta el punto de pensar que no iba a poder hacerlo, porque se estaría solapando demasiado con el inicio de la preproducción de 20.000 especies de abejas. Pero era un proyecto con el que me sentía muy comprometida, y llegamos a hacerlo in extremis. La preproducción comenzó en mayo de 2021, el rodaje en noviembre y el fin de la postproducción del corto fue como en febrero de 2022, cuando ya todos los procesos de casting, de localizaciones... de 20.000 especies de abejas estaban en marcha. Por lo tanto, sí que se han solapado muchísimo.
El estreno de Cuerdas fue en Cannes en mayo, a cuatro semanas del inicio del rodaje de 20.000 especies de abejas. Luego resultó nominado a los Goya, y toda la campaña de promoción de los Goya se solapó con la postproducción del largometraje. Han sido, la verdad, 18 meses absolutamente frenéticos, sin descanso y muy extenuantes, pero, ahora que se van culminando ambos ciclos, me produce mucha gratitud y mucha satisfacción haberlos llevado adelante.
Desde tu productora Sirimiri Films apuestas también por la pedagogía como herramienta para la transformación social, a través del proyecto Pixelatu, creado junto a Nerea Ganzarain. ¿Qué es? ¿A quién va dirigido? ¿Cómo os organizáis?
Sí, desde Sirimiri Films una de las cosas que también más me ilusiona es el proyecto Pixelatu, que como decís, es un colectivo formado por Nerea Ganzarain y yo, donde utilizamos el cine como una herramienta pedagógica para generar distintos espacios con distintos grupos: desde menores, estudiantes, mujeres, asociaciones de personas racializadas..., en fin, con distintas agrupaciones para descubrir la magia del cine en sus distintas disciplinas, desde el stop motion al foley, que es uno de los talleres que más nos encanta hacer y que más agradece también la gente. El foley es la disciplina con la que creamos los efectos de sonido en sala para la postproducción de las películas, y es un arte que nos invita a la escucha. Luego esa escucha la ponemos en marcha o la enfocamos desde la escucha del grupo.
Es decir, utilizamos el cine como una experiencia para crear colectivos, para fortalecer las relaciones y, en definitiva, como lugar de encuentro. Ofrecemos distintos talleres que están dentro del catálogo de la Arte Eskola, que está disponible para todos los centros educativos, pero que también circulamos a través de ayuntamientos y, como digo, con distintas asociaciones que puedan estar interesadas en alfabetizar en el audiovisual a sus colectivos, también para poder empoderar a la ciudadanía, a esos distintos grupos, a ser capaces también de contar sus propias historias.
(Fotograma de 20.000 especies de abejas)
20.000 especies de abejas llegará a las salas de cine este viernes, 21 de abril, y podrás recibir el feedback de más gente. ¿Qué esperas? ¿Crees que los temas que se abordan en la película pueden trascender de las salas de cine para llegar a las aulas y a otros espacios de la sociedad?
Sí, este viernes, día 21, se estrena la película. Es una semana de muchas emociones y, por supuesto, de mucha alegría. Por fin llega el momento para el que llevamos trabajando 5 años. Pero también hay nervios, porque supone entregársela al público, que es ese gran jurado, y esperamos que pueda provocar.
Es una película con muchos colores, y esperamos que el público pueda disfrutar de todos ellos. Y ojalá pueda servir o convertirse en una herramienta para generar un diálogo sereno sobre el tema del que trata, que creo que es muy importante en el momento en el que estamos. Por supuesto, también pienso que podría ser un material muy interesante para poder trabajar con él o proyectarlo en distintos ámbitos; no necesariamente o estrictamente cinematográficos, sino, como decís, también en las aulas o con colaboración de colectivos, debates y demás. Ojalá pueda llegar al máximo número de rincones y recovecos de la sociedad. Quedan todas y todos invitados al estreno el 21 de abril.
(Especial publicado el 20 de abril de 2023)