La compañía gasteiztarra Altraste lleva una década transitando un camino de constante transformación y exploración creativa, huyendo de los límites de las estructuras clásicas. Para celebrar el décimo aniversario de la compañía, han estrenado las obras Lutinier y El Bolero, con los que dicen haber iniciado un nuevo capítulo en su trayectoria. Hemos hablado con Zuriñe Benavente e Ignacio Monterrubio.
¿Cómo y por qué creasteis la compañía Altraste? ¿Qué os llevo a ello?
En el año 2014, el director del Laboratorio de Música Electroacústica del Conservatorio Jesús Guridi de Vitoria-Gasteiz Alfonso G. de la Torre nos brindó la oportunidad de dar vida a una creación conjunta de música y danza. Esta obra se estrenaría en el marco de la Mostra Sonora de Sueca (Valencia), como parte de la programación del Ensemble Sinkro, del cual Alfonso también era director.
Alfonso G. de la Torre fue un gran impulsor de jóvenes artistas y creadores contemporáneos, ofreciéndoles las herramientas y el apoyo necesarios para iniciar sus carreras. En nuestro caso, su papel fue fundamental en el nacimiento de Altraste y en todo el camino recorrido desde entonces.
Por nuestra parte, como artistas provenientes del mundo de la música y el arte sonoro, y de la danza y el movimiento, respectivamente, albergábamos un profundo deseo de explorar la creación artística multidisciplinar.
El Festival Bernaola se convirtió en el escenario perfecto para dar forma a nuestras primeras creaciones y colaboraciones. Tuvimos la fortuna de trabajar con músicos de renombre como el viola Garth Knox o el pianista Alfonso Gómez, experiencias que nos animaron a embarcarnos en otros proyectos, como la inauguración de dos exposiciones organizadas por la artista plástica Inés Medina en Igorre, donde presentamos piezas de danza y música creadas expresamente para la ocasión.
El nacimiento de Altraste y nuestras primeras experiencias creativas en el seno del Festival Bernaola marcaron un hito fundamental en nuestro recorrido artístico. Agradecemos profundamente a Alfonso G. de la Torre por su invaluable apoyo y por creer en nuestro potencial.
Mientras llueva (foto: Jesús Robisco)
¿Qué tipo de proyectos lleváis a cabo? ¿De dónde surge la inspiración? ¿Cómo es vuestro proceso de trabajo?
A lo largo de una década, Altraste ha transitado un camino de incesante transformación creativa. Guiados por una búsqueda de nuevos horizontes y formas de interacción, hemos rehusado encasillarnos en una línea artística "vendible" o en una identidad fija. Nuestra búsqueda ha sido impulsada por las inquietudes del momento, los encuentros artísticos y el descubrimiento de nuevas líneas artísticas de trabajo.
En Altraste, la experimentación y el atrevimiento son pilares fundamentales. Nos resistimos a la rutina y abrazamos la constante exploración como motor de crecimiento. Esta filosofía nos ha permitido mantener la ilusión del primer día y evolucionar hacia un lenguaje propio, donde la música, la danza y el texto se fusionan en clave performática contando con una mirada profunda en la captación del momento presente y la búsqueda de un diálogo cercano y significativo con el público.
Diez años de constante transformación nos han convertido en un colectivo artístico en constante ebullición.
Qué tienen las flores (foto: Jesús Robisco)
En muchas de vuestras obras (Mientras llueva y Nancy en Vietnam son ejemplos de ello) está muy presente la reflexión sobre el paso del tiempo, los sueños no resueltos o nuestro empeño en los principios y en los finales. ¿Por qué? ¿Qué otras constantes hay en vuestros trabajos?
Diecisiete años nos separan a los dos fundadores de Altraste, una brecha generacional que, sin embargo, ha sido el germen de una profunda conexión artística. Unidas por la admiración hacia artistas de todas las edades, nos hemos embarcado en un viaje creativo donde el tiempo se erige como protagonista indiscutible.
Nuestra exploración con el tiempo comenzó con Denbora, una obra nacida de las inspiradoras conversaciones con Amaia y Julia de Garaion. La poesía de Karmele Igartua sirvió como eje central, guiándonos en un viaje introspectivo sobre la naturaleza del tiempo.
A partir de esta experiencia inicial, nuestros trabajos han continuado en la línea de huida de los límites de las estructuras clásicas. En nuestras creaciones, el tiempo lineal se fragmenta, dando paso a una exploración no lineal de la memoria y la experiencia. Abordamos la dificultad inherente al aprendizaje del pasado y la facilidad con la que, como bien refleja la actualidad, repetimos los mismos errores una y otra vez.
El tiempo, en su constante fluir, se convierte en un espejo donde reflejamos nuestras acciones. A través del movimiento, la música y la palabra, invitamos al público a reflexionar sobre su propia relación temporal, a cuestionar la linealidad de la historia y a buscar nuevas perspectivas para comprender el presente y construir un futuro más consciente.
Nancy en Vietnam (foto: Jesús Robisco)
No solo os centráis en creaciones propias, sino que también colaboráis con otros artistas. ¿Qué os mueve a ello? ¿Cómo valoráis esas experiencias?
La colaboración ha sido un pilar fundamental en nuestro camino artístico, una fuente inagotable de motivación e inspiración. A lo largo de nuestra trayectoria, hemos tenido el privilegio de trabajar con artistas excepcionales de diversas disciplinas: performers, músicos, artistas visuales, fotógrafos, diseñadores gráficos, ilustradores y escenógrafos. Nombres como Katie Duck, Mark Tompkins, Maria Scaroni, Jeremy Wade, Vera Mantero, Guillermo Weickert, Txaro Arrazola, Txubio Fernández de Jáuregui, Sergio García, Daniel Abreu, Garth Knox, Jesús Robisco, Diego Areso o Kike Blanco forman parte de nuestro universo creativo. Su talento, generosidad y confianza en nuestro trabajo han sido un motor fundamental para nuestro crecimiento y desarrollo artístico.
Compartir el trabajo con estos artistas ha sido una experiencia profundamente enriquecedora. Pero aún más enriquecedor ha sido compartir vida, charlas y experiencias. Nuestra casa ha sido un punto de encuentro para artistas de la talla de Meg Stuart y Tino Sehgal (ambos ganadores del León de Oro de la Bienal de Venecia) o Mónica Valenciano (Premio Nacional de Danza y una de las mejores performers del panorama nacional).
Las anécdotas compartidas con estos artistas han sido innumerables y entrañables. Recordamos con especial cariño la emoción de Mark Tompkins al mostrarnos un vídeo de uno de sus proyectos en el Centro Pompidou del año 1998, donde colaboró con artistas como João Fiadeiro, Julyen Hamilton, Vera Mantero, Lisa Nelson, Steve Paxton, Fran Poelstra, Carme Renalias y David Zambrano. Todo ello nos sirve de una gran fuente de inspiración y una caja de sueños de todo lo que todavía se puede hacer en Euskal Herria.
El grito del elefante con Maria Scaroni
Estáis de celebración: cumplís 10 años de trayectoria. ¿Cómo está siendo el viaje? ¿Qué ha sido lo más difícil en todo este tiempo? ¿Y lo más gratificante?
Zuriñe Benavente, a pesar de ser oriunda de Gipuzkoa y haber recibido el premio de la Crítica en Cataluña como mejor intérprete, aún no ha tenido la oportunidad de mostrar su trabajo en su tierra natal. Un ejemplo que refleja la dificultad de las compañías para acceder a espacios y circuitos tradicionales. Este ha sido uno de los mayores desafíos, el de encajar en las antiguas estructuras de compra-venta de espectáculos. Circuitos saturados y condicionados por factores que no siempre priman la calidad de los trabajos. Esta realidad, más allá de injusta, nos ha empujado a la acción y a la reinvención, con la convicción de que todo está aún por hacer. Reinventarnos para poder continuar haciendo lo que más nos gusta.
En contraposición, en Vitoria-Gasteiz hemos encontrado un fuerte apoyo y una confianza plena en todo nuestro proyecto. La red de teatros, el museo Artium, el Festival Kaldearte, las instituciones culturales del Ayuntamiento y la Diputación, el Kolectivo Monstrenko, Bernaola Zikloa, la Sala Baratza, el festival Antxoko!!!, Garaion, Azala o el Conservatorio de Danza han sido pilares fundamentales en el desarrollo de nuestra trayectoria.
A su vez instituciones de otras provincias de Gipuzkoa y Bizkaia nos han mostrado su confianza: Dantzagunea, la Fundición de Bilbao o el Festival BAD. Además, recibimos el premio al emprendimiento cultural en Álava y hemos visto nacer y consolidarse el proyecto danZálava, por el que ahora comenzamos a ser reconocidos fuera de nuestras fronteras.
Importante es reseñar que en Altraste hemos logrado conciliar la vida personal y profesional, con el nacimiento de nuestros dos hijos. A su vez, las colaboraciones y encuentros nos han permitido que en el último año formemos parte del equipo artístico de Tino Sehgal, una experiencia que ha abierto nuevas puertas y nos ha brindado la oportunidad de explorar el mundo de las artes visuales. Además, esta experiencia nos ha permitido cubrir la necesidad de madurar y crecer personalmente en escena, ya que en unos pocos meses hemos podido estar más tiempo actuando, trabajando más de quinientas horas, que lo que puede estar una compañía en varios años.
Y para celebrar el décimo aniversario, habéis estrenado el espectáculo Lutinier y, casi al mismo tiempo, el solo de danza El Bolero. ¿Qué nos podéis decir sobre ellos?
Llenas de satisfacción tras el estreno de Lutinier y El Bolero, sentimos que hemos alcanzado un punto de madurez en nuestro trabajo. Estas dos obras representan un renacimiento artístico para Altraste, donde exploramos una línea de trabajo que reafirma nuestra identidad como compañía.
Lutinier es un espectáculo multidisciplinar que reúne a cinco artistas colaboradores —artesanos del sonido, el movimiento, la luz, la escena y la palabra— para interrogarse e interrogarnos sobre las oportunidades de renacer y volver a empezar que nos ofrece la vida.
Nacida de la colaboración con el artista Iñaki Azpillaga, precursor del trabajo multidisciplinar, Lutinier se caracteriza por su adaptabilidad a cualquier espacio, ya sea escénico o no. Esta flexibilidad, sumada a la captación del momento, el artesanado y la cercanía con el público, refleja la esencia de Altraste y define nuestro camino futuro. Lutinier representa un punto de inflexión en nuestra carrera artística. Es una declaración de intenciones que nos impulsa a seguir explorando y evolucionando como artistas.
El Bolero es un solo de danza de 16 minutos concebido para espacios no convencionales. Inspirado en la icónica pieza sinfónica de Maurice Ravel, nos invita a un viaje a las raíces de la danza, donde el cuerpo y la música dialogan en una relación pura y directa, repleta de autenticidad.
La disposición del público alrededor de una tarima a ras de suelo crea un espacio íntimo y cercano, donde los espectadores se convierten en cómplices activos de la obra. La acción los envuelve e interpela constantemente, transformándolos en protagonistas de la experiencia artística. Cada representación es única e irrepetible, generando momentos de profunda conexión entre la danza y el público.
Nuestro deseo con esta pieza es llegar a conectar con el mayor número posible de personas, poder comunicarnos y establecer un vínculo, ya sea positivo o de rechazo. Buscamos evitar la indiferencia y generar una respuesta emocional en el público.
Lutinier y El Bolero son dos obras que marcan un nuevo capítulo en la historia de Altraste. Nos sentimos llenas de energía e ilusión por seguir explorando y compartiendo nuestro arte.
Al margen de la creación, desde 2017, organizáis el festival de danza y movimiento danZálava. Tenemos entendido que precisamente en estos momentos estáis inmersos en la preparación de nuevos talleres y performances. ¿Qué es exactamente danZálava?
danZálava nació de un sueño: traer a Vitoria-Gasteiz la vitalidad creativa que se respira en ciudades como Bruselas, París, Ámsterdam o Berlín. Imaginamos un espacio donde los talleres de formación para profesionales de la danza fuesen algo cotidiano, un lugar donde artistas de talla mundial compartieran su conocimiento y talento.
Con tesón y pasión, hemos convertido este sueño en realidad. danZálava no solo alberga talleres de formación, sino que también invita a artistas de referencia internacional, expandiendo su alcance más allá de nuestras fronteras. Cada vez más viene siendo habitual una pregunta: ¿cómo habéis conseguido que en una ciudad como Vitoria-Gasteiz puedan estar ocurriendo cosas que parece que estaban restringidas solamente a las grandes capitales culturales europeas?
La clave de este éxito reside en la calidez humana con la que acogemos a cada artista, en la audacia de nuestras propuestas y en la línea concreta de investigación que hemos establecido, centrada en la composición en tiempo real, la improvisación y la investigación del movimiento. Todo ello genera confianza siendo el resultado abrumador. En cuanto anunciamos el programa anual, nuestros talleres, laboratorios y actividades se llenan de profesionales de la danza, no solo del País Vasco o España, sino de toda Europa. Cada vez más artistas se sienten atraídos por el ambiente cultural de Euskal Herria y por la oportunidad de aprender y crear en danZálava.
A todo lo anterior hay que sumarle la puesta en marcha del espacio ComoPezEnBicicleta. ¿Cómo nació el proyecto?
El año 2020 marcó un antes y un después para Altraste. El nacimiento de nuestra hija Noa se vio acompañado por la irrupción del COVID-19, las fronteras cerradas y las limitaciones para viajar. Esta nueva realidad nos sumió en un vacío profundo, pues nos privó de la conexión vital con artistas y proyectos de toda Europa.
La danza se vio confinada. Estábamos acostumbradas a viajar, a sumergirnos en otras realidades, a nutrirnos de la diversidad cultural para enriquecer nuestra forma de crear y entender el movimiento.
Ante la adversidad, decidimos reinventarnos. Con ilusión y tesón, emprendimos la rehabilitación de un granero en el pequeño pueblo de Galbárruli. Un sueño que cobró vida: ComoPezEnBicicleta, un espacio de encuentro entre artistas y público, un refugio creativo donde seguir trabajando, conciliar y crecer.
Si bien en los últimos meses hemos podido retomar algunos viajes (Fracia, Bélgica, Holanda, Portugal y Suiza), ComoPezEnBicicleta sigue siendo un lugar donde la exploración artística y los encuentros pueden fluir sin las limitaciones de calendarios y subvenciones. ComoPezEnBicicleta nos permite conectar con el entorno, con la naturaleza y con otros artistas de forma inmediata. Un espacio sin barreras, donde la creatividad se nutre de la diversidad y la colaboración.