El nacimiento con síndrome de Down de su sobrina Haizea llevó a Isabel Verdini a enfocar su actividad profesional en la formación y en la investigación de la danza con personas con discapacidad. "Si yo bailo, ¿por qué ella no?", pensó. Y así, en 1993, nació el Proyecto Verdini (con su propio método de enseñanza), que en el año 2000 se convirtió en Verdini Dantza Taldea. Este año Isabel Verdini ha sido distinguida con el Tambor de Oro que otorga el Ayuntamiento de San Sebastián en reconocimiento a tres décadas de trabajo a favor de la inclusión.
¿De dónde te viene la pasión por la danza y por la enseñanza?
La necesidad personal de querer aportar desde mi profesión de bailarina mi pequeño granito de arena a la vida de mi sobrina y mi visión de la danza como un lenguaje artístico que permite comunicarse e interactuar desde el afecto y la sensibilidad, dando oportunidad al desarrollo de las capacidades de todas las personas, son el punto de partida de mi proyecto. He sido pionera en la creación de espacios donde todo el mundo tiene cabida. Verdini Dantza Taldea es una compañía de danza contemporánea que nace dentro del proyecto Verdini, fruto de mi profundo amor hacia mi sobrina Haizea, una niña con Síndrome de Down.
La enseñanza de la danza, por otro lado, nace del deseo de compartir esa pasión y conocimiento con otros y sobre todo de la profunda satisfacción al ver a mis bailarines crecer y desarrollarse, tanto técnica como emocionalmente. La enseñanza me permite transmitir no solo habilidades técnicas, sino también valores como la disciplina, la perseverancia y la creatividad. Además, ser profesora de danza me brinda la oportunidad de inspirar a las nuevas generaciones, ayudándoles a descubrir su propia voz y expresión a través del movimiento.
¿Qué es la danza para ti?
La danza es una forma de expresión artística que utiliza el movimiento del cuerpo para comunicar emociones, contar historias y explorar la belleza del movimiento. Para una profesora de danza, la danza no solo es una disciplina técnica, sino también un medio para fomentar la creatividad, la disciplina y la conexión entre los bailarines y su propio cuerpo.
La danza también promueve el trabajo en equipo, la confianza y la autoexpresión, permitiendo a los estudiantes descubrir su identidad y desarrollar habilidades sociales.
Como profesora, mi papel es guiarlos en su viaje de aprendizaje, ayudándoles a comprender la técnica, la musicalidad y la interpretación, al mismo tiempo que les inspira disfrutar del proceso creativo. La danza es, en esencia, una celebración del movimiento humano, y mi labor es cultivar esa pasión y amor por el arte en cada uno de los bailarines.
¿Cómo nacieron el Proyecto Verdini y Verdini Dantza Taldea?
Nacieron porque éramos conscientes de la necesidad de normalizar dentro de la cultura las actividades de las personas con discapacidad. En nuestro caso, a través de la danza.
¿Cuál es su filosofía?
Trabajamos para dar visibilidad a la diversidad y ponerla en valor para contribuir a un reconocimiento social más justo de las personas con diversidad funcional, además de propiciar una mirada sensible y transformadora hacia una sociedad más justa. Reivindicamos un espacio artístico diverso y universal.
Verdini Dantza Taldea está formada por personas con y sin síndrome de Down. ¿En qué consiste el Método Verdini?
El Método Verdini se basa en la observación, en investigar el movimiento que les viene mejor, en formar a cada bailarín uno a uno, en adecuar la danza a su cuerpo y en cuidar mucho las emociones. También hay técnica, horas de trabajo en barra, en suelo, diagonales...
Lo que nos diferencia es que sabemos llegar a la emoción del bailarín, que antes de levantar una pierna, saca esa emoción.
¿Cuál es el papel que desempeñan las familias en vuestra actividad docente?
Cuando los veo tristes o nerviosos, pregunto a los padres si les ha pasado algo. Si los padres están bien, su hijo o hija estarán bien y al revés. Los niños son un reflejo de lo que ven y viven en casa, por eso para mí es muy importante el trabajo con las familias. Son una pieza fundamental para Verdini.
Verdini Dantza Taldea también es una compañía de danza que crea sus propias producciones y colabora con otros agentes. ¿Cómo toman forma vuestros espectáculos?
Como cualquier otra compañía, primero se prepara... Y como he dicho antes, se basa en la observación, en investigar el movimiento con cada bailarín y posteriormente ir creando y mejorando cada coreografía.
¿Cuál es vuestra manera de trabajar?
Aplicamos nuestro método Verdini, que se basa en el trabajo muy personalizado y adaptado a las circunstancias de cada bailarín/a. Una vez que entras en la sala, cada momento con ellos, cada cruce de miradas es diferente. Hacen que la vida sea mágica; hay más ilusión, cariño, superación. Se levantan del suelo cuando no pueden hacerlo, se agachan, repiten el paso hasta que sale. Para hacer un paso igual estamos diez minutos, pero no les importa.
El año pasado Verdini cumplió 30 años, y en enero de este año fuiste distinguida con el Tambor de Oro, máximo galardón que otorga el Ayuntamiento de San Sebastián. Pasados los nervios del momento, y con cierta perspectiva, ¿qué ha supuesto ese reconocimiento para ti y para Verdini Dantza Taldea?
Ha sido un espaldarazo del Ayuntamiento de San Sebastián muy importante, ya que toda la corporación donostiarra votó a favor de la candidatura de Isabel Verdini. Este reconocimiento es un impulso para seguir trabajando en la inclusión de todas las personas en la sociedad y, sobre todo, en el mundo de la cultura. Tras 30 años de baches y complicaciones, este ha sido el broche de una fantástica trayectoria donde siempre hemos creído en lo que hacíamos y, por eso, siempre hemos seguido trabajando.